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Jerez

Temblaron todos los elementos

Una tromba de agua sorprende a cuatro cofradías en Carrera Oficial. La Sed, La Paz de Fátima y La Candelaria optaron finalmente por quedarse en la Catedral

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El Señor de la Paz de Fátima, junto a Santo Domingo.

Nuestra Señora del Amor y Sacrificio resguardada de la lluvia por una capa impermeable a su paso por Honda.

Monseñor Rico Pavés, con las juntas de las cofradías refugiadas en la Catedral.

El Señor de las Misericordias.

Cubriendo el banderín de la Agrupación de la Sentencia.

Estampas del Lunes Santo jerezano.

La cruz de guía de La Paz volvió a entrar en Fátima.

La Hermandad de la Cena, en su templo.

El Cristo de la Sed, en el primer tramo de su itinerario.

Jesús Caro, hermano mayor de La Paz, en el momento de la salida.

El público premió con aplausos el trabajo costalero.

Muñoz Natera y Daniel Romero se abrazan en el interior de San Marcos.

Estampas de pesar del cortejo nazareno de La Cena.

La Virgen de la Candelaria, entrando en la Carrera Oficial.

El palio de la Virgen del Refugio, en la Catedral.

Una imagen del interior de la Catedral.

El obispo, contemplando el palio de la Virgen del Socorro.

"Se rajó el velo del templo, cielo y tierra se eclipsó, temblaron los elementos, cuando expiró el Redentor”.

Apenas habían pasado unos minutos de las ocho de la tarde cuando la letra de la popular saeta pareció cobrar carta de naturaleza en el centro de Jerez con cuatro de las seis hermandades del Lunes Santo en plena Carrera Oficial.

Porque lo que se vivió entonces no encuentra parangón alguno en la historia más o menos documentada de la Semana Santa.

Hasta entonces los adversos partes meteorológicos no habían dejado sino tímidas lloviznas de esas de las que no impiden que las cofradías sigan avanzando con relativa normalidad.

Pero lo vivido en ese momento fue muy diferente, hasta el punto de que las personas que observaban las escenas que se produjeron en diversos puntos del centro únicamente acertaban a aplaudir la estoicidad de nazarenos, monaguillos, acólitos, capataces, costaleros, acompañantes o músicos... Literalmente temblaron los elementos. Pero hay que empezar por el principio.

Las predicciones advertían de que a lo largo de la tarde podían producirse chubascos dispersos.

La Hermandad de la Sed era la primera que debía poner su cruz de guía en la calle, a las dos y media de la tarde.

En base a esos partes disponía de margen más que suficiente para llegar al centro de la ciudad. Y así ocurrió.

La cofradía de Puertas del Sur siguió el itinerario previsto sin incidencia alguna hasta que sus primeros nazarenos llegaron a la Puerta de Sevilla.

Con el crucificado asomando prácticamente a la plaza de Rivero empezaron a caer las primeras gotas de lluvia. Ante ese escenario, se adoptó la determinación de refugiarse en San Juan de Letrán a la espera de acontecimientos.

Prácticamente a esa misma hora iniciaban sus recorridos La Candelaria y La Paz de Fátima.

En vista de que la ligera llovizna ya había cesado ambas cofradías se echaron a la calle en la confianza de que la cosa no pasara a mayores.

Poco después adoptaba la misma determinación la Hermandad de Amor y Sacrificio.

Tanto La Cena como La Viga decidieron esperar a ver cómo evolucionaba la jornada y con el objetivo de sortear la presencia de esas nubes que habían dejado -hasta el momento- lluvias tímidas que apenas precisan de la apertura de los paragüas.

Alrededor de media hora después de refugiarse en San Juan de Letrán, la Hermandad de la Sed decidió reemprender la marcha, pero incorporándose a la Carrera Oficial a la altura del monumento a las cofradías dado que La Paz de Fátima tenía ya a buena parte de su cortejo en la plaza Aladro.

Hasta ahí todo entraba dentro de la normalidad propia de una jornada anómala ya de por sí por la presencia intermitente de la lluvia.

Pocos minutos después el agua volvió a hacer de las suyas. Ese chaparrón fue el que motivó que tanto la Hermandad de la Cena como la Hermandad de la Viga optaran por quedarse en casa.

El margen de cortesía ya estaba expirando y el panorama no estaba más despejado que antes, sino justo lo contrario.

Se ahorraron todo lo que vendría apenas una hora después, cuando se abrieron los cielos y temblaron los elementos.

La Hermandad de la Sed estaba ya en la zona de la Catedral, precisamente el lugar que buscaba La Paz de Fátima.

La Candelaria tenía a su cortejo ocupando las calles Lancería y Larga, mientras que Amor y Sacrificio estaba en el entorno de Santo Domingo.

Fue entonces cuando cayó sobre el centro de Jerez un tremendo aguacero que empapó por completo tanto al público que asistía al paso de las cofradías como a los cortejos nazarenos.

Capataces y costaleros hicieron cuanto pudieron por acelerar el ritmo todo lo posible sin descomponer el paso, entre ovaciones de las personas que vivían en primera persona escenas desconocidas en la historia reciente de la Semana Santa.

El escenario era ya tan adverso que el palio de María Santísima de la Candelaria no siguió los pasos del Señor de las Misericordias, sino que se refugió en la iglesia de San Francisco.

En Santo Domingo se quedó la Virgen de Amor y Sacrificio, cubierta con el capote que estrenó hace ya unos años.

Todo ello ocurrió sin que los cortejos nazarenos perdieran en ningún momento la compostura a pesar de todo lo que se estaba viviendo, en un gesto que fue reconocido incluso por el propio obispo de Asidonia-Jerez, José Rico Pavés, ante las cámaras de 7 TV.

El prelado había vivido en primera persona el momento más duro de la jornada en la tribuna presidencial de la plaza de la Asunción.  

Con La Sed, La Paz de Fátima y La Candelaria en la Catedral, y Amor y Sacrificio en Santo Domingo, tocaba esperar las últimas decisiones de las respectivas juntas de gobierno.

Después de lo acontecido era difícil pensar que alguna cofradía pudiera adoptar la determinación de regresar a su templo.

Sí lo hizo la Hermandad de Amor y Sacrificio, que al igual que hizo en otra ocasión similar acortó su itinerario para subir por Corredera y Porvenir en busca de la parroquia de Madre de Dios.

Las otras tres cofradías optaron finalmente por dar por concluidas sus respectivas estaciones de penitencia en la Catedral, unas decisiones que fueron comunicadas por sus propios hermanos mayores desde el presbiterio del primer templo diocesano.

La Hermandad de la Candelaria regresará a la parroquia de Santa Ana el Jueves Santo, a partir de las nueve de la mañana y con el propósito de que las imágenes estén en su templo con tiempo suficiente para la celebración de los oficios, que comienzan a las 13.00 horas.

En este caso en concreto se da la singularidad de que el cortejo tendrá que partir de la Catedral y pasar por San Francisco para recoger a la Virgen de la Candelaria.

Tanto La Sed como La Paz de Fátima tomarán el camino de vuelta a sus respectivos templos el Domingo de Resurrección, una vez finalizado el solemne pontifical que oficiará monseñor Rico Pavés y que dará comienzo a las 11.00 horas.

Hay que tener en cuenta que estos regresos no se pueden realizar ya el domingo por la tarde dado que la Hermandad de la Sagrada Resurrección saldrá este año en horario vespertino y lógicamente tiene preferencia sobre el resto de corporaciones que puedan precisar de algún traslado de regreso a su sede canónica.

La predicción meteorológica para este Martes Santo parece algo más favorable, toda vez que las lluvias se concentrarían en la franja de mediodía, abriéndose claros a partir de las tres de la tarde.

Aún así, no se descartan nuevas lloviznas cerca de la medianoche. 

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