El alcalde de Cádiz, José María González, Kichi, y el concejal de Hacienda, José Ramón Páez, decretaron públicamente ayer el fin de las penurias económicas tras casi ocho años de gestión de Adelante de un Ayuntamiento heredado, sostuvieron, “al borde de la bancarrota”, con una deuda de 275 millones de euros, y con el entonces ministro Cristóbal Montoro “amenazando con intervenir” las cuentas municipales “o con que no íbamos a tener ni para pagar las nóminas”.
Como acontecimiento que marca la nueva era, Kichi apuntó al Pleno del viernes, en el que someterá a votación las propuestas de inversiones con cargo al remanente líquido de tesorería, inicialmente casi 18 millones, pero que, tras la ampliación de capital de Eléctrica de Cádiz, se sitúa en 14,5 (a los que hay que sumar otros diez millones gracias a la venta de la tribuna del estadio).
El grueso de este montante, 4,3 millones, algo más del 30%, se destinará a empleo por medio del IFEF, para formación y hacer frente a los rigores de la coyuntura económica por la subida de la luz. Uno de cada cinco euros del total, 3,5 millones, se dedican a impulsar diversas promociones de vivienda social. Otros dos millones servirán para iniciar las obras del Pabellón Portillo y mejorar las instalaciones deportivas de diversos barrios. La Fundación Municipal de Cultura dispondrá de 1,3 millones, con el equipamiento del Teatro del Parque como actuación más destacada. Y, por último, Emasa adquirirá dos locales con 354.000 euros, y el Ayuntamiento dispondrá de un millón para el pago de la factura eléctrica y de otro para que las familias con problemas hagan lo propio.
El dinero podría haberse destinado a cualquier otro fin, como pagar el incremento de los salarios de los funcionarios, por orden del Gobierno y como apuntaba el interventor. Pero se han antepuesto criterios políticos. “Quien quiera hacer política, que se presente a las elecciones”, dijo Páez; “vamor a invertir cada céntimo en la ciudad”, remachó Kichi.