Así es. Cualquier pretexto es bueno, sea importante o no, para menospreciar a Sevilla, para orillarla. El carril-bici, sin ir más lejos, ha sido el elemento indicado, pretextado. Esta ciudad, con 700.000 habitantes -número “topado” por la ineptitud y falta de interés de sus consistorios-, tiene 160 km de carril. El invento bicicletero no se ha ganado de golpe méritos para colocarse como principal atractivo de una ciudad, pero ha sido el elemento elegido para otorgar a Valencia, con cien mil habitantes más, el “título” de más extenso carril bici de España, aunque le falten cuatro kilómetros para alcanzar a Sevilla. El caso es poner laureles y la plantación arbórea del seco cauce antiguo del río Turia aunque haya hecho parque que al antiguo parque del rio Turia, tampoco le otorga la mayor masa verde de la península.
No caeremos aquí en la trampa de negar sus encantos a Valencia, que los tiene y es motivo para alegrarse aunque Sevilla no tuviera ningún parque, pero tiene casi cuarenta de diversos tamaños, incluidos los márgenes del Guadalquivir y el del Alamillo. Esto no es una competición, ni una inútil discusión por quien tiene más árboles. Hay que disfrutar de cuantos más mejor en Valencia, en Sevilla y en todas las ciudades. Pero ha sido el “símbolo” elegido por el ínclito guionista de informativo “televiciado” para otorgar su peregrino premio. Decir que Valencia es la ciudad con más km. de carril bici de España es un error de cuatro kilómetros. No es mucho en cuanto a la extensión pero enorme en cuanto al “gambazo”. Porque sólo dispone de la mayor extensión quien tenga aunque sea un kilómetro más que los demás.
Pero no está ahí el problema. No es cuestión de controversia 4 km de carril ni discutir quien lo tiene más grande. Está, como se dice el principio, en la manía persecutoria. En la ocultación de cualquier dato que al comentarista y aunque sólo sea al comentarista, le suene a interesante, si con ello puede minimizar cualquier detalle, cualquier mérito o atractivo de Sevilla.
