La revista Time declaró 2020 como el peor año de la historia. 2021 fue el de la frustración, el del quiero y no puedo ya que se dio por muerta la pandemia cuando estaba de parranda -que diría Mario Jiménez- en China donde, actualmente, se registran 35 millones de contagios diarios. 2022 trajo la tormenta perfecta. A los coletazos sanitarios y económicos del coronavirus se le sumó la guerra en su máxima expresión de horror. Los misiles rusos atacaron Ucrania y zarandearon el estado de bienestar de los europeos. Instituciones comunitarias y estados olvidaron la máxima liberal laissez faire, laissez passer y recurrieron al intervencionismo de la economía ante una inflación desbocada y el consiguiente incremento de los tipos de interés para apaciguarla.
2022 fue el año que consumimos menos energía ante la brutal escalada de los precios de la electricidad, el gas natural y los productos derivados del petróleo. Los españoles nunca pagamos tanto por llenar el depósito del coche como lo hemos hecho en el año que está a punto de concluir, momento en el que también terminará la ayuda de los 20 céntimos del Gobierno. Fíjense cómo cambia el panorama de la cosa pública en España en apenas doce meses. Ya no sabemos dónde está Pablo Casado y sí conocemos que Alberto Núñez Feijóo es ahora la alternativa de la derecha a Pedro Sánchez. Por no hablarles de Pablo Iglesias y Yolanda Díaz o Macarena Olona y Santiago Abascal, otrora camaradas, rivales ahora.
En Andalucía, 2022 pasará a la historia por la mayoría absoluta de Juanma Moreno y la resolución del Supremo sobre la pieza política de los ERE, que ya ha supuesto el ingreso en la prisión de Alcalá de Guadaíra de la exconsejera Carmen Martínez Aguayo, camino que podría seguir en las próximas horas el expresidente José Antonio Griñán, salvo que la humanidad se imponga para que pueda curarse, fuera de las rejas, del cáncer que padece.
No todo fueron sombras en el año que está a punto de terminar. Sevilla consiguió la Agencia Espacial Española, aunque Granada se quedó sin la sede de la Agencia de Inteligencia Artificial. Una de cal y otra de arena. El poder judicial y el ejecutivo no han estado tan enfrentados como en 2022, y la polarización política y mediática ha ido incrementándose de manera desmesurada. 2023 no trae mejores augurios e incluye una doble cita electoral que lo condicionará (casi) todo.
