El monte gallego no tiene la grandiosidad y patrocinio de otras montañas de la Península con mayor altitud, pero compensa sus intrascendentes cotas con unas condiciones climáticas que convierten a las sierras de Galicia en lugares extraordinarios.
En ellas pastan libremente “as bestas", como se conoce a los caballos salvajes que han encontrado en estos lugares inhóspitos un hábitat ideal. Pese a ello, su población se sitúa al borde de la extinción.
El caballo gallego de monte, también conocido como garrano, es un animal ancestral y el eje sobre el que pivota la biodiversidad del entorno en el que pasta libremente. Soporta los rigores del invierno gracias a un espeso pelaje.
Pasa su vida en el monte, a diferencia del que se podría considerar caballo común, que vive en estepas y praderas. Es más bajo y ligero, con extremidades más cortas.
Conserva características primitivas como las orejas ribeteadas y un poblado bigote en el labio superior que le permite alimentarse del espinoso tojo. Además son territoriales, rasgo peculiar de este équido norteño.
Por esas características comunes de los caballos de las zonas atlánticas, el zoólogo Felipe Bárcena afirma en una charla con EFE que debería tratarse como subespecie diferente, el Equus ferus atlanticus, al que considera única estirpe de caballo salvaje que queda en el mundo.
Aunque en este punto hay debate entre la comunidad científica, la evidencia paleontológica pone de manifiesto la presencia primitiva de poblaciones de caballos en el norte de la Península Ibérica hasta la época de domesticación del caballo y tras la misma.
Registros fósiles lo sitúan en el Pleistoceno y en torno a ellos se han conservado manejos tradicionales del monte y costumbres milenarias, tal y como demuestra el numeroso arte rupestre encontrado en la que el caballo es el protagonista.
El curro, lugar donde se celebran las tradicionales rapas das bestas, aparece citado en más de 1.300 ocasiones en la toponimia gallega llegando a nuestros días todavía 30 de estos recintos. Si bien es cierto que alguno ya está en desuso, otros gozan de fama mundial, como es el caso del de Sabucedo, donde cada año miles de personas disfrutan de un evento declarado de interés turístico internacional.
EL ANIMAL MÁS VALIOSO
Así, el caballo gallego de monte es considerado por muchos el animal más representativo y valioso de la fauna salvaje de Galicia. Los besteiros, como se conoce a los ganaderos que manejan al animal, entienden su presencia en el monte como crucial ya que las bestas consumen la espesa vegetación del monte bajo, favoreciendo así la aparición de praderas para el pasto del ganado vacuno.
Según el artículo científico de Santiago Bas-López, publicado en el boletín de la Sociedade Galega de Historia Natural y centrado en la dieta del caballo salvaje, cada animal puede llegar a comer más de 2.500 kilogramos de tojo al año, desarrollando así un papel fundamental en la restauración y conservación de ecosistemas protegidos, como las turberas y brezales.
Esta labor de limpieza juega además, añade, un papel decisivo en la prevención de incendios forestales, por comerse esa vegetación arbustiva que conforma la biomasa necesaria para la propagación del fuego estival.
Como culmen de la importancia vital de su papel en el monte gallego, las bestas se convierten en la primera barrera de defensa frente a los ataques del lobo.
No es una exageración ya que en el norte de Galicia se encuentra la comunidad lobera con mayor densidad del planeta, tal y como afirma el trabajo firmado por Pedro Alonso, Miguel Hevia y David Martínez Lago, publicado en la revista científico-técnica ‘Recursos Naturais’ del Instituto de Biodiversidade Agraria e Desenvolvemento Rural de la Universidad de Santiago de Compostela.
En esta línea, Laura Lagos, doctora e ingeniera de montes cuyo nombre aparece ligado al caballo de Galicia en numerosas citas científicas, afirma en su tesis doctoral que la depredación del lobo en el centro de la Dorsal Galega, cordillera que divide la Comunidad de norte a sur, llega al 59% de los potros nacidos, aunque ganaderos de la Serra do Xistral, al norte de Lugo, estimarían cifras superiores.
ALIADO PERFECTO DEL GANADERO
Por todo ello el caballo salvaje gallego se ha convertido en el aliado perfecto del ganadero y en una pieza clave para ecosistemas protegidos, pero su progresivo declive poblacional "lo lleva inexorablemente hacia la desaparición", tal y como declara a EFE Laura Lagos.
Aunque no existe un censo real del animal desde el realizado en el año 1973 por el veterinario Pedro Iglesia, cuando para su tesis doctoral contabilizó 22.000 ejemplares en el monte gallego, investigadores de la UDC, entre los que se encuentra Lagos, han hecho saltar las alarmas bajo la sentencia de que "a corto plazo llegará el colapso del ecosistema de caballos en libertad de Galicia" y sitúan el número de cabezas de caballo de monte en menos de 10.000 ejemplares, menos de la mitad que en los años 70.
Para mitigar la desaparición paulatina de la población del équido, Lagos confirma a EFE que primero hay que conocer este peculiar manejo del caballo salvaje en Galicia, en estado semisalvaje. Es por ello que las medidas promovidas desde la Administración para proteger a la ganadería de los ataques del lobo “no son compatibles con el estilo de vida del caballo salvaje”.
GRUPOS MÁS ESTABLES Y RESILIENTES
Por ello, prosigue, se deberían “respetar los espacios donde pasta libremente, haciendo de las manadas grupos más estables y resilientes”.
En referencia a esos lugares de media montaña que habita el equino, Lagos afirma que “debemos vigilar su ecosistema frenando la expansión del eucalipto y controlando que los nuevos parques eólicos no fragmenten su hábitat” estableciendo limitaciones en la explotación forestal.
Para las subvenciones de la Política Agraria Común (PAC), pide que se paguen por caballo y no solo por vaca en extensivo. Además, afirma que se deberían designar áreas donde no sea obligatorio colocarles microchip, ya que la entrada en el año 2012 del decreto de la Xunta que obliga a la identificación de estos animales, por considerarlos domésticos, ha causado un duro golpe al número de manadas.
En definitiva, “as bestas” son algo más que un animal de la montaña de Galicia. Son, coinciden todos los expertos, un valor cultural a proteger y paradigma del beneficio ambiental de la ganadería extensiva.
Porque, concluyen, salvar al caballo salvaje es cuidar del monte gallego. Es mantener a raya al fuego estival. Es fijar población en el territorio rural. Aunque sea en lugares rudos y antónimos de vida humana.
Algunos montes comunales de Galicia son el último paraíso del caballo salvaje. Los aloitadores batallarán hasta que quede la última besta en pie. Es un vínculo ancestral.
Galicia
As Bestas de Galicia: la desaparición del último caballo salvaje
Los caballos salvajes que han encontrado en lugares inhóspitos un hábitat ideal. Pese a ello, su población se sitúa al borde de la extinción
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