El año electoral será la reválida de la España Vaciada, que recientemente se constituyó en una federación de partidos para afrontar los comicios municipales, autonómicos y generales que están en ciernes. Ángel Corpa, fundador del grupo Jarcha, que interpretó himnos como Libertad sin ira y Andaluces de Jaén, optará a presidir Castilla-León tras la cita con las urnas del 28 de mayo. Un paso más en este reto que se inició en las generales de 2019, cuando Teruel Existe dio la sorpresa logrando un diputado por la provincia aragonesa.
Este fenómeno ha dado visibilidad a las provincias ignoradas por la acción institucional durante las últimas décadas; y ha obligado al bipartidismo a atender a esos territorios. Formaciones como Jaén Merece Más, Teruel Existe, Cuenca Ahora, Aragón Existe y Soria ¡Ya! tratan de capitalizar el hastío de los vecinos de esas zonas. El desafío no es sencillo. Se trata de formaciones sin estructura, que proceden de plataformas o movimientos sociales con más voluntarismo que orgánica.
La única formación andaluza integrada en esa federación, Jaén Merece Más, ya comprobó en las autonómicas andaluzas de 2022 lo desigual de esta lucha electoral. Pese a quedar cuarta en la provincia, con un 5,8% de los sufragios, estuvo a unos 4.000 votos de conseguir representación en la Cámara andaluza, que era su principal objetivo. El paso del tiempo va curtiendo a una formación, que ahora opta a la Alcaldía de Jaén, capital en la que quedó tercera en las autonómicas a un puñado de votos del PSOE, segundo; y ambos a la estela del PP.
Igualmente, debe ser tenida en cuenta la aritmética parlamentaria en las Cortes Generales. Los sondeos no sonríen a estas formaciones políticas, pero su representación -escasa o no- podría ser clave para la sesión de investidura del presidente tras las generales de diciembre próximo o para futuras aprobaciones de presupuestos generales del Estado. La historia reciente de España, que ha favorecido a Cataluña y Euskadi, se vería obligada a poner el foco, por fin, en estos territorios abandonados y dirigir hacia ellos partidas presupuestarias que equilibrarían la desigualdad. Es una quimera y hasta eso falta mucho trecho pero lo que ha demostrado el movimiento de la España Vaciada es que no es fenómeno puntual. Vino para quedarse y gobernar. O, al menos, intentarlo.