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Suspense

Sanlúcar es el único municipio que se ha apuntado al suspense de cara al 17 de junio. Lo de Arcos estaba cantado desde el recuento electoral

Víctor Mora, junto a Irene García, el pasado 28M.

Miguel Rodríguez será el nuevo alcalde de Arcos.

A menos de una semana para que tenga lugar la toma de posesión de las nuevas corporaciones municipales está casi todo el pescado vendido. De hecho, ya lo estaba prácticamente la noche misma del resultado electoral, a excepción de un único municipio, Sanlúcar de Barrameda, donde persiste el suspense y ni siquiera Juan Carlos Ruiz Boix ha ejercido de spoiler autorizado: por mucho que diga la dirección provincial del PSOE, lo de Sanlúcar no se va a resolver con una orden, ni con una desaprobación. A Víctor Mora le falta el canto de un duro para emular a Elliot Ness en la secuencia de la cabaña, cuando el policía canadiense le esputa: “Señor Ness, no apruebo sus métodos”, y Ness le responde: “Usted no es de Chicago”. Pues lo mismo, pero en plan: “Usted no es de Sanlúcar”.

Tal vez fabule demasiado y todo se resuelva de manera mucho más aseada y civilizada, pero a falta de mejores emociones, nada como la ficción política para especular con las posibles variantes argumentales y sus finales alternativos. Basta con ver la trascendencia que se le ha dado al pacto entre PP y Aipro para hacerse con la Alcaldía de Arcos, como si hubiese tenido que mediar la ONU para que alcanzaran un acuerdo, cuando se trataba de una mera cuestión aritmética.

A ver, el próximo alcalde de Arcos, Miguel Rodríguez, echó los dientes en política como militante de Ai-Pro, hasta que dio el paso a Ciudadanos, que, por otro lado, estuvo muy cerca en su día de absorber a la formación impulsada por Manuel Erdozain, exmilitante socialista, quien pudo advertir con el tiempo el error de no haber seguido los pasos de Juan Marín, sobre todo cada vez que lo veía en el parlamento por televisión.

La cuestión es que, abandonada la formación naranja, el PP supo ver en Rodríguez a un firme aspirante como candidato a la Alcaldía y en Ai-pro, de nuevo, un aliado necesario -el progresismo de las siglas de Ai-Pro siempre estuvo más cerca del PP que del PSOE: hay decisiones que solo se pueden responder o entender desde las cuentas pendientes-.

Pese a la mala experiencia del gobierno de coalición que formaron entre 2011 y 2015, castigado incluso en los tribunales, tanto PP como Ai-Pro han sabido marcar distancias con el pasado de la mano de sus nuevos protagonistas -Rodríguez configuró una lista más que competente en la que costaba identificar a pesos pesados del PP de la última década en los puestos de salida; y Leopoldo Pérez encabezó la de Ai-Pro-.

Los dos sabían que les iba a costar muy poco llegar a un acuerdo que ambos debieron dar por hecho una vez acabado el recuento electoral. Sin suspense, sin sorpresas; en todo caso, una especie de déjà vu, ya que el propio perfil de Miguel Rodríguez recuerda al del Juan Manuel Armario que llegó a la Alcaldía en 1991 -y ojo que estuvo doce años de alcalde-. Hasta el PSOE lo vio venir.  Emoción en Arcos, pues, ninguna, salvo la de ver a su alcalde electo pedir un aplauso para su predecesor, el socialista Isidoro Gambín.

Lo de Sanlúcar es otra cosa. El sentido común dice que IU y PSOE pactarán para garantizar un gobierno de izquierdas en la ciudad -suman 14 concejales entre ambos- e impedir que la candidata popular, Carmen Pérez, que logró nueve, pueda convertirse en la próxima alcaldesa de la ciudad. Pero hay más de un común de los sentidos, y hay veces que apuntan en direcciones opuestas, como ocurre en el caso de Sanlúcar, donde Carmen Álvarez y Víctor Mora se profesan de todo menos cariño. En cualquier caso, parece razonable la propuesta del candidato socialista de que se repartan el gobierno dos años cada uno, puesto que parten de un empate a concejales. Ahí es a donde no llega de momento IU, que pide el respaldo para su candidata, al ser la formación más votada, seguido de un posterior pacto de gobierno con el PSOE.

Es un punto de partida, pero de ambos se espera que entiendan que toda negociación rima con cesión. De momento se apuntan al verso libre, que es el que alimenta esta expectación de sobremesa, como de previa a la final del Mundial entre España y Holanda, este suspense interesado para darle algo de aliciente a la política de la que tanto renegamos.

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