Ismael Rodrigo, presidente de la Federación Española de Naturismo (FEN), celebra que el nuevo equipo de Gobierno dé cumplimiento a la Ordenanza Municipal de Uso y Disfrute de las Playa de la Ciudad de Cádiz, que eliminó la prohibición del nudismo en la localidad.
“Se vuelve a la situación anterior al año 2009, tal y como solicitaba el Defensor del Pueblo, vigente desde la abolición del escándalo público y de la policía de moralidad”, apunta. Para Rodrigo, en Cádiz, “el nudismo nunca ha sido un problema social”, sino un problema político “creado por Teófila Martínez y el absurdo” documento que estuvo en vigor hasta el pasado mes de agosto.
En la práctica totalidad de los ayuntamientos no existe mención alguna en sus ordenanzas de playas a la desnudez. La peculiaridad de la ordenanza de Cádiz es que se ha visto la necesidad de aclarar expresamente que la desnudez no está perseguida, por haberlo estado en la versión anterior de la ordenanza, la de 2009”, agrega.
“¿Qué problema tiene el PP de Cádiz con la desnudez?”, se pregunta ante la postura tradicional de la formación sobre el asunto en la capital. En este sentido, remarca que “los días de bañador opcional se vienen celebrando en las piscinas públicas en Madrid desde el año 2000, independientemente de quien gobierne el Ayuntamiento”.
En cualquier caso, se felicita por que el texto actual indica que “todas las playas del término municipal son susceptibles de ser frecuentadas por cualquier persona que desee hacer uso de las mismas, sin que prevalezca como criterio excluyente ninguna consideración respecto a la indumentaria”. De manera que “con la nueva ordenanza no existe la posibilidad de sancionar por estar desnudo en ninguna playa de Cádiz”.
Y reclama rigor en los mensajes que se envían a la ciudadanía desde el equipo de Gobierno para evitar un debate estéril y artificial.
“Como el nudismo está permitido en todas las playas, lo que se hace es recomendar la práctica en una concreta”, puntualiza, en este caso, en 700 metros desde el Ventorrillo El Chato en dirección Torregorda, donde tradicionalmente se ha prescindido del bañador.