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España

Silencios de Estado

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Las declaraciones de Zapatero sobre el barrido de los ordenadores del Palacio de la Moncloa, que tanto han sorprendido a tirios y troyanos, no son en absoluto novedosas. Ya se habló, al poco de su llegada al poder, de ese vaciado informático con que se encontraron los nuevos inquilinos. Y esto, siendo grave, no lo es menos que el hecho de que semejante tropelía se dejase pasar sin más; sin una denuncia real ni una investigación seria. Silencio.

Así son las cosas. Es como si quedara sobreentendido un “hoy por ti y mañana por mí” con el que despachar asuntos más o menos turbios, u ocultas razones de Estado. Gustavo de Arítegui, portavoz adjunto del PP en el Comité de Exteriores del Congreso de los Diputados, fue muy elocuente en su intervención ante la comparecencia de Moratinos para hablar sobre los vuelos de la CIA, al solicitar del ministro “sentido de Estado”: o sea, mejor no menealla. Y, sin duda, ante la evidente... ¿pasividad, ambigüedad, falsedad?... del canciller, el portavoz del PP consiguió su propósito: más silencio. A tenor del último documento secreto que conocemos está claro que Arístegui sabía de lo que estaba hablando. Cosas veredes; o sea que en el 2005, siendo ministro
Bono, se dio una autorización muy parecida a la que previamente diera el PP.

Lo que nos lleva a otro ejemplo de esa laxa praxis política; el que nos dio Zapatero, en sus ya referidas declaraciones a Iñaki Gabilondo, al afirmar con contundencia que no sabía nada de los famosos y recién aparecidos documentos sobre los citados vuelos, pero añadiendo a continuación que con el tiempo intuyó que algo había. El documento de marras nos ilustra sobre la intuición de nuestro presidente. Y sigue el silencio.
Así las cosas, no es de extrañar que Mariano Rajoy haya retado al Gobierno a acudir a los tribunales si cree que hicieron algo mal. Sabe perfectamente que todo va a acabar en agua de borrajas y puede permitirse el reto y la chulería.

Si el Gobierno no hizo nada entonces menos va a hacer ahora, después de lo visto, y cuando se espera un idilio con el nuevo presidente de los EEUU.
 
Por lo tanto, si el juez Ismael Moreno no consigue poner orden y luz sobre todo este espeso asunto del los documentos y los aviones y las razones de Estado, sólo podremos esperar, de unos y de otros, más de esa ceremonia de confusión a la que nos tienen acostumbrados; o sea, tristemente, más silencio.

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