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La escritura perpetua

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El mayor logro de Pedro Sánchez, desde que en 2014 se bajó del Peugeot 407, ha consistido en que toda la política del país haya girado alrededor de él

Publicado: 08/05/2024 ·
10:24
· Actualizado: 08/05/2024 · 10:24
  • Pedro Sánchez. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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El mayor logro de Pedro Sánchez, desde que en 2014 se bajó del Peugeot 407 para ser elegido secretario general socialista, ha consistido en que en diez años toda la política del país haya girado alrededor de él, a favor o en contra. El retiro del presidente para meditar su decisión de seguir o no recuerda los motivos de Estanislao Figueras, primer presidente de la Primera República Española, del Partido Progresista, que el día de su dimisión llegó con el rostro encendido al Consejo de Ministros y exclamó: “Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco. ¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!”

Porque Pedro Sánchez puede estar harto del PSOE, además de todas las razones esgrimidas para reclamar la “regeneración democrática”. Es el secretario general de la militancia, sí, pero desde el principio hubo de enfrentarse, primero a la aristocracia del partido y, ahora, a la pasividad de los dirigentes socialistas ante los continuos ataques hacia él y su familia por parte de las derechas. Sánchez derrotó en unas primarias en carne viva a Susana Díaz, que era la Belén Esteban del psocialismo infrarrojo. El PSOE, los sindicatos y los intelectuales de izquierdas, han permanecido atrincherados en el silencio y en sus cómodos palacios de invierno desde noviembre, cuando el PP y Vox ganaron la calle al grito de “no a la amnistía”, y los ultras cercaban cada noche algunas sedes socialistas.

Sánchez quizás haya sentido la ardiente soledad de La Moncloa, que condujo a Adolfo Suárez a no alimentarse más que de café y tortilla de patatas. Y ha estado el silencio de Felipe González, a cuya ‘bodeguiya’ ideológica solo parece acudir ya Juan Luis Cebrián. Zapatero, sin embargo, ha emergido como el líder que no alcanzó a ser durante su presidencia, aclamado ahora por el rojerío de la militancia porque muestra las heridas en el alma del paso de la vida y la furia de los mayores que se baten para que el tiempo no los alcance. Zapatero, sí, tan lejos de aquella remota candidez política que condujo a Alfonso Guerra a llamarlo ‘Bambi’. Los integrantes del Comité Federal del PSOE miraron a uno y otro lado en busca de un nuevo líder para una posible sucesión, y comprobaron que no había nadie. Quizás reflexionaron entonces sobre las veces que dijeron “que sea lo que Dios quiera” ante la chulería culé de Puigdemont y los estacazos a aquel muñeco de Sánchez. Pero Dios ya tiene bastante con poner orden en la Conferencia Episcopal como para tener que ocuparse del PSOE. Afortunadamente para ellos, Sánchez sigue.

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