Al cierre de esta edición, en la Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de los Dolores y San Juan Evangelista, con salida prevista a las diez de la noche del Jueves Santo, seguían con los trabajos preparatorios y previos a la procesión sin haber decidido si salían o se quedaban en casa.
Nadie perdía la ilusión por pisar las calles de Chiclana y mostrar, entre otros muchos detalles, la culminación del bordado del paso de palio de Nuestra Señora de los Dolores.
Con las mismas ganas se trabajó en la Soledad y en el Santo Cristo con vistas al Viernes Santo, y aunque las sensaciones estaban más cerca del nerviosismo por las inclemencias meteorológicas que de la reflexión ante la próxima procesión y estación de penitencia, las labores no se interrumpieron en ningún momento.
Tanto en la sede canónica de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro de Cristo como en la de la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, María Santísima del Mayor Dolor y Evangelista San Juan las caras de preocupación no se disimulaban, pero el consuelo y el sosiego ofrecido por los hermanos más veteranos calmaba la inquietud de los más jóvenes. “Si no salimos, rezaremos”, era la consigna.