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Lunes 20/05/2024  

Andalucía

?Tengo una historia que mostrar, y no tengo ningún GAL, ni Gürtel, ni ERE?

Entrevista con la candidata del PA a la Alcaldía de Sevilla, Pilar González

  • Pilar González. -
Llega a la redacción con la decisión con la que dice haber ocupado cada responsabilidad a lo largo de su trayectoria profesional y política: buscando meterse hasta la cocina. Se familiariza pronto con el territorio, hasta hacérselo amigable y transmitirlo con una serie de claves gestuales. Desde recolocar con mimo las grabadoras de los redactores, hasta convertir el sobre de azúcar del café con leche en un cilindro rígido que enarbola como una batuta, o como el mástil de la bandera del andalucismo que reclama para la formación que lidera por más que otras de mayor y menor calado hayan querido hacerla ondear.

Convierte cada respuesta en un discurso, incluso antes de que la entrevista comience formalmente, sabedora de que son pocas las oportunidades que tendrá en los medios de comunicación para trasladar su mensaje, en virtud de la nula representación municipal que obtuvo la candidatura andalucista en la última convocatoria de elecciones.

Confía en saber pelear cada voto, y se muestra optimista en relación con los resultados que arrojarán las urnas, aunque tenga que echar mano de lápiz y papel para hacer las cuentas del reparto de concejales . 

16, 14, 2, 1, ¿qué nos dice de este resultado?
–Yo diría que 15, 13, 3, 2. Y los tres son del PA, y los dos de Izquierda Unida.

¿Tanto optimismo le transmite la reunificación del andalucismo: de no tener representación a conseguir los miles de votos que les den tres concejales?

–Es una de las causas de esperanza. Partimos de la realidad: estamos fuera de las instituciones. Tenemos que corregir cosas, pero la idea política del andalucismo es potente, fuerte, honesta... Y los andalucistas que habían militado bajo distintas siglas teníamos tanto en común que lo inexplicable es que estuvieramos proyectos distintos.

En cualquiera de los casos, ¿cabría la posibilidad de que se formara un gobierno tripartito en Sevilla?

–No vamos al Ayuntamiento pensando en hacer un pacto tradicional como en otras oportunidades, que es el de amarrarse durante cuatro años a un proyecto político que no es el que defendemos. Queremos contribuir a hacer gobernable Sevilla, y eso se puede hacer en la oposición también. No voy pensando en gobernar salvo que tengamos el número suficiente para tomar la Alcaldía.

¿Debe gobernar la lista más votada?

–Si eso es lo que pretende quien además tiene fuerza para cambiar la ley electoral y no lo hace, me parece un hipócrita. No vale pedir que se vaya a un notario. Una opción puede ser la lista más votada, otra la segunda vuelta, o las listas abiertas, pero se tienen que poner de acuerdo PP y PSOE.

De las dos listas de las que puede que salga el alcalde de Sevilla, ¿cuál prefiere?
–El Partido Andalucista no es un partido conservador. La invisibilidad mediática durante estos últimos años nos ha permitido hacer un trabajo interno de renovación que persigue ocupar un tercer espacio fuera del centralismo. Sin andalucismo, Andalucía es Murcia, Castilla La Mancha, Cantabria o Extremadura.

No ha dicho nada del PSOE

–El gobierno pretendidamente de izquierdas de los últimos ocho años ha sido el peor que ha tenido Sevilla. Que no me pidan que apoye a un gobierno que se ha gastado cien millones de euros en las ‘setas’ y en el que uno de los socios está imputado en un caso de corrupción y otro de acoso a trabajadores.

¿Cree que es culpable Rodrigo Torrijos?

–Lo que hay que demostrar es la culpabilidad, no la inocencia, pero creo que se ha beneficiado de las decisiones tomadas por su organización, que es la que ha obtenido beneficios políticos.

¿Financiación ilegal?

–O clientelismo.

¿El Partido Andalucista es ahora más de izquierdas que nunca?

–Siempre lo ha sido. No hemos dejado de serlo por pactar con el PP en algún momento. Hemos fallado en explicarlo. Somos el partido más querido y el que vota menos gente. Somos la segunda opcción de casi todo el mundo. En eso, las encuestas nos dan siempre bien.

¿No obtener representación en el Ayuntamiento sería un fracaso?

–Sería un hándicap, muy duro. Soy consciente de que nos jugamos la desaparición. Tengo una responsabilidad muy importante como candidata de la que no huyo, pero estoy convencida de que el proyecto del andalucismo unido tiene futuro.

¿Le han tentado para enarbolar esa bandera desde otras siglas?

– Personalmente no, y lo agradezco porque entiendo que significa respeto. Ha habido bromas, pero nadie en serio. Sí han tentado en cambio a compañeros que serán alcaldes en las próximas elecciones, y a los que les han ofrecido integrarse en otras formaciones.

Coincidió con Zoido en el arranque de campaña en el Guadalquivir. Cada uno a un lado del río. ¿Algo más que una metáfora?

–Por nuestra parte hay mucha naturalidad, y por la del PP, oportunismo.

Dice que es ‘diferente’. El que en sus actos aparezcan históricos del andalucismo, ¿resta?

– No. Porque tengo una historia que mostrar. No tengo ningún GAL, ningún Gürtel, ningún ERE...

Tiene un ‘Marbella’.

– Es verdad. Y tiene que ver con otra época del andalucismo y con el concepto de que el desarrollismo salvaje iba a ser la salvación de Andalucía. Nadie se avergüenza más que yo de esa historia. Pero puedo presentar al primer alcalde de Sevilla y al alcalde de la Expo.

El candidato, en corto: la D’Artagnan andalucista

Cita de memoria los textos clásicos del andalucismo: discursos del Blas Infante, incluidos por supuesto, y tiene unos versos de Carlos Cano como frase de cabecera ante la adversidad del momento político para su organización: Si este mundo ha de cambiar / yo no me pongo a llorar / que vienen tiempos mejores, / porque quien mira p'atrás / como una estatua de sal / acaba por los rincones.

También recurre a popes de los derechos humanos como Stephane Hessel o de las ciencias, como el científico Stephen Hawking, pasando por Aristóteles y otras plumas a las que toma prestadas palabras que le ayudan a construir una oratoria sólida y grandilocuente en la que desliza expresiones coloquiales que a veces se censura a sí misma. Coloca la voz grave, que ya hace seis meses que no deja entrever arañazos de humo y alquitrán en la garganta, como si estuviera declamando en una cávea latina dando vida a una de sus pasiones, que es la del teatro.

El día a día

Se levanta antes de las siete se la mañana, y revisa los correos que le han enviado de madrugada los ‘búhos’ de su equipo. Precisamente son sus “biorritmos de día” y la querencia a pasar por Jerez casi en cada viaje a darse un baño de andalucismo, los únicos roces que confiesa tener con su equipo de campaña. El único botellón que reconoce haber hecho es el de la puerta de bar La Moneda, tomando cerveza en la calle. Legalizaría la marihuana “con fines terapeúticos”.

Considera que comenzó en política cuando la nombraron delegada de clase en el colegio, y se reconoce en las novelas de aventuras con las que se evade durante la campaña electoral. La última por la que ha apostado ha sido ‘Los tres mosqueteros’, de Alejandro Dumas. Se queda treinta céntimos corta si se le pregunta por el precio del billete univiaje de Tussam, pero saca con agilidad una tarjeta del consorcio de transportes que lleva en el bolso.

Para perderse sin salir de la ciudad, escoge los jardines de los Reales Alcázares, y manifiesta su apoyo a la corriente de periodistas que aboga por no dar cobertura a las comparecencias en las que no se admiten preguntas. “Tienen la obligación de preguntar”, dice.

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