En una rueda de prensa, denunció que “los Ayuntamientos no pagan, y además se quedan con la taquilla”, cosa que su compañía, aseguró, está sufriendo porque algún ayuntamiento de capital de provincia o no le paga o le va a demorar el pago varios meses, reteniendo lo recaudado en la taquilla, algo que le ha parecido inaudito.
Boadella también bromeó con la posibilidad de dividir Els Joglars en diez compañías y hacer diez monólogos simultáneos, en vez de espectáculos de “alta producción” como el que representará en el sevillano Lope de Vega del 3 al 6 de mayo y del 9 al 13 del mismo mes en conmemoración de los 50 años de Els Joglars, si bien ya han cumplido 51 años.
El comediante señaló que el hecho de que “una compañía privada, muy poco subvencionada, aguante cincuenta años sin ningún paréntesis, no deja de ser una singularidad en España”, lo que explicó con que esta compañía ha espabilado “atrayendo al público” y que eso les ha proporcionado “la mayor libertad”, de la que hubieran carecido si hubieran sido la “Compañía Nacional de Cataluña”, sobre lo que añadió: “Si hubiera sido así, probablemente hoy no existiríamos”.
El hecho de que los últimos mecenas hayan sido las Administraciones públicas “ha hecho que el teatro de los últimos treinta años en Europa sea muy obediente, aunque muy metafísico; un teatro de una cierta placidez; y el disparo directo a la realidad ha desaparecido mucho del teatro por eso”, señaló.
“Lo que le queda al artista es la libertad, que es algo complejo, algo más que enseñar el culo en el escenario; la libertad es pensar a pesar de los riesgos”, añadió.
También ha señalado que “si algo queda de Els Joglars” será “la estructura dramática de sus espectáculos; lo más importante de nuestro teatro es la forma, la forma de resolver las situaciones”, y explicó que por eso eligieron El Nacional, un montaje de 1993, para conmemorar su cincuentenario.
Obra montada al inicio de otra crisis, El Nacional parece premonitoria puesto que cuenta los esfuerzos de un grupo de músicos y de mendigos cobijados en un antiguo teatro de ópera por impedir que este edificio sea derribado para levantar en su lugar una sede del Deutsche Bank.
