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Los cambios en Educación: una ideología en acción

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       La educación es un arma poderosa, es el mayor elemento transformador de una sociedad y eso lo han entendido muy bien los dirigentes de todos los países a lo largo de la historia reciente y muy particularmente en España. Hay dos hitos educativos en nuestro país, el vinculado al movimiento liderado por Giner de los Ríos durante la etapa republicana anterior a la Guerra Civil, y el que emerge como consecuencia de la Constitución Española. El primero, desgraciadamente, no pudo concluirse, pero a juicio de muchos de los que trabajamos en la educación pudo haber significado la mayor revolución cultural y educativa de nuestra historia y podría habernos situado a la vanguardia mundial. El segundo está en pleno desarrollo, pero también corre el peligro de ser abortado. En su corta vida ha estado demasiado sometido a los vaivenes políticos y no ha logrado ni la estabilidad ni el consenso necesarios para consolidarse. La educación no debe cambiar a golpe de elecciones, sino a lo largo de generaciones, y desgraciadamente esto no ha sido asumido por nuestros dirigentes.
   

  Actualmente asistimos a la mayor situación de riesgo de los últimos años, ante el mayor peligro de retroceso antes conocido; y son dos las amenazas, los recortes y el cambio estructural.

    Los recortes económicos nos conducen de forma inevitable a una disminución del número de profesores y al consecuente aumento de la ratio. Eso significa que un profesor tendrá que atender a muchos más estudiantes y que, por lo tanto, lo hará en peores condiciones, disponiendo también de menos tiempo para la reflexión sobre su práctica, para el análisis compartido con sus colegas en su centro y para su formación. Pero también los recortes nos llevan a disponer de menos recursos para desarrollar las actividades docentes, porque la enseñanza no es un proceso mecánico o tecnológico de trasmisión de un conocimiento, es un proceso creador, de reflexión constante por todos sus integrantes (profesores y estudiantes) y compartido.

     Pero si los recortes son peligrosos, no lo es menos el cambio estructural. De todo lo que implican los cambios anunciados me referiré a las reválidas. Las reválidas tienen dos riesgos. El primero y más obvio es la segregación de los menos capacitados y el abandono a su suerte; el segundo es el adoctrinamiento. No es difícil de imaginar la presión que tendrán los profesores de los dos últimos cursos de la Educación Primaria, de la Secundaria y del Bachillerato para formar a sus alumnos no bajo la orientación que su profesionalidad y buen hacer les indique, sino casi exclusivamente de cara a una pruebas que sin duda tendrán una orientación y una ideología. Porque los contenidos no son asépticos, ni siquiera los de corte más científico experimental como las matemáticas, la física, la química, la biología o la geología. No me refiero solo a ideología política, sino a la forma de comprender el mundo, de vivir en él, de transformarlo, en la forma de entender el conocimiento, su construcción, su trasmisión.

    No me cabe duda; hay una agenda ideológica de calado en estos cambios y puede que cuando nos demos cuentas ya sea demasiado tarde para reaccionar.

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