El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha lamentado el que ahora se produzcan "noticias de corrupción casi todos los días, como si el dinero fuera un exponente de la vida real", asegurando que "duele especialmente que esto se produzca en el ámbito de la Administración pública, donde se administra el dinero de todos, cuando hay recursos para todos, y que por la avaricia de algunos, muchos se quedan sin lo necesario para vivir".
En su carta semanal, recogida por Europa Press, el obispo ha precisado que, en cualquier caso, "este combate se libra en el corazón de cada uno, de cada familia, de cada institución, también dentro de la Iglesia, donde sus hijos también son pecadores".
A juicio de Demetrio Fernández, "el dinero se convierte en una tentación de quien busca seguridades y, al encontrarlas en el dinero, prescinde de Dios" y, aunque "el dinero no es malo, e incluso es necesario para vivir", Jesús "nos advierte del peligro del dinero y nos invita a abrazar libremente la austeridad de vida y la pobreza voluntaria", en especial "cuando el desequilibrio mundial en este punto es tan escandaloso: unos (tienen) mucho, hasta rebosar y derrochar, y otros nada, ni siquiera lo necesario para vivir. Jesús, siendo dueño de todo, se ha despojado de todo, dándonos ejemplo para que sigamos sus huellas".
En este sentido, el obispo ha argumentado que "el derroche de los bienes que Dios nos ha dado nos lleva a la ruina y a ser rechazados por el amo de la hacienda. Emplear esos bienes para alcanzar la salvación eterna, haciendo el bien a los demás, nos hará triunfar en la vida. Dios nos invita a ser generosos, a dar más de lo que corresponde. Dios nos invita incluso a ser misericordiosos, es decir, a parecernos a él. Perdonando a quien nos ofende, reaccionando con amor ante quien no nos ama e incluso nos persigue. Esta es la generosidad divina y así quiere hacernos a nosotros generosos".
En definitiva, según ha señalado Demetrio Fernández, "Dios tiene mucho que ver con el dinero y, donde está Dios, el dinero se emplea de manera apropiada. Donde no está Dios, la avaricia no encuentra límite ni freno", de modo que "¿cómo empleamos el dinero?, ¿cuánto gastamos y en qué?, es un test importante para saber si nuestra vida discurre por buen camino".