Pocas palabras hay para describir el gol de M’Bia. Del juego, todas y más. Con la principal novedad en punta se presentaba el equipo de Emery en Croacia. Iago Aspas, por vez primera en la temporada, partía como titular en detrimento de Bacca.
Precisamente, el gallego protagonizaría la primera clara del duelo con un pase magistral que puso en la testa de Reyes. Era el minuto 4 cuando el cabezazo del utrerano fue despejado in extremis por el guardameta croata. Gran ocasión. Pero el Sevilla no desistió. Infinitamente superior en el control del juego ante un persistente pero frágil Rijeka. Hasta que en el 26 el propio Iago Aspas hizo las delicias del sevillismo tras un grave error defensivo de los croatas que aprovechó para remachar al fondo de las mallas tras un fabuloso recorte en el área pequeña. Gol tan hermoso como merecido.
Funcionaba bien el conjunto de Emery en el repliegue defensivo, dejando sin apenas opciones al rival que prácticamente ni chutaron en los primeros 45 minutos. Serio planteamiento de los sevillistas, que ofrecían más y mejor que los croatas. No obstante, el Sevilla bajó el pistón en los últimos diez minutos del primer periodo.
En la reanudación, el conjunto sevillista salió con la intención de solventar el partido por el camino más corto. Así, tras otro extraño error de la zaga del Rijeka, apunto estuvo de poner la puntilla pero su chut se marchó cruzado. Pero sólo dos minutos después, en el 52, la historia comenzó a torcerse. Penalti clamoroso de Kolo, otro partido horrible, que además fue expulsado con roja directa. La pena máxima la aprovechó el goleador croata Kramaric para poner la igualada. Lo peor de todo es que el conjunto local comenzó a creer en la victoria y provocaron hasta tres ocasiones claras en apenas cinco minutos de juego.
Hasta que llegó. Corría el 68 de juego cuando un inexplicable desajuste defensivo provocó que Kvrzic pusiera el segundo tras rebotar su lanzamiento en Carriço y despistar a Beto. Increíble que los rojiblancos fueran por detrás tras un primer tiempo en el que vivía relajado, aunque quizás en demasía.
Incluso pudo ser peor. Mientras que los nervionenses no reaccionaban, el Rijeka se acercaba una y otra vez en busca de la sentencia definitiva, sin posibilidades para un Sevilla que apenas cruzaba la línea medular.
Pero claro, estaba M’Bia en el terreno de juego y cuando el camerunés pisa el césped eso es sinónimo de milagro. Otra vez, como en Mestalla, apareció en el minuto 91 para empujar un centro de Tremoulinas que puso el empate definitivo, quizás inmerecido, pero más valioso que incluso la victoria que sumaba en el primer tiempo.
Un punto milagroso que bien vale el liderato del Grupo G. Eso sí, el árbol no debe impedir ver todo un bosque.