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Málaga

Harvard destaca el potencial de Málaga para convertirse en la capital mundial del turismo sostenible

Sánchez Piña subraya que un desarrollo con menor impacto ambiental "es lo más conveniente para el planeta y también para el bolsillo"

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Málaga tiene potencial suficiente para convertirse en la capital mundial de la sostenibilidad, especialmente en lo referido a sectores como el turismo o el agroalimentario, según el director de Vinculación Corporativa y Estrategia del Centro para la Salud y el Ambiente Global de la Harvard School of Public Health, Ramón Alberto Sánchez Piña.

   El también responsable del programa de Tecnología Sostenible y Salud de esta prestigiosa universidad estadounidense ha incidido en que "Málaga podría aspirar a ser la capital del turismo y de la agroalimentación sostenibles a través de los negocios que se pueden crear gracias a su desarrollo tecnológico".

   "Tienen un nicho de mercado que puede ayudarles mucho", ha asegurado a Europa Press, al tiempo que ha puesto en valor la economía verde, ya que podría convertirse en una "solución" a la crisis económica, "ayudando a crear nuevas oportunidades de negocio".

   Sánchez Piña se encuentra entre los profesionales que estos días ha formado a un grupo de alumnos dentro del Executive Program on Sustainable Business Ecosystems (SBE), una iniciativa que cuenta con la colaboración del Área de Innovación y Nuevas Tecnologías del Ayuntamiento de la capital y que tiene como objetivo capacitar para gestionar comunidades empresariales sostenibles.

MÁLAGA Y EEUU, ECONOMÍAS COMPLEMENTARIAS

   Para el profesor de Harvard, "Málaga tiene grandes ideas", y, tal y como ha expuesto, una economía que puede ser "complementaria" con las que se desarrollan en Estados Unidos. Al respecto, ha reconocido que "los frutos se obtendrán quizá a medio o largo plazo, pero no es un trabajo imposible".

   "La cuestión es dar el primer paso y nosotros ya lo hemos dado", ha manifestado, en referencia a la puesta en marcha del Centro de Tecnología de la Sostenibilidad de Málaga, que es parte del proyecto GreenEconomy, cuyo objetivo es la creación y desarrollo del ecosistema de sostenibilidad, un entorno empresarial adaptado al crecimiento y con interés en el desarrollo social y en la preservación de los recursos naturales.

   Ha destacado que, en España, aunque los emprendedores cuenten con apoyo institucional para el desarrollo inicial de sus ideas, el problema radica luego, a la hora de conseguir fondos para expandir sus productos. "Los bancos no les prestan dinero porque son de alto riesgo", ha advertido.

   Por ello, el director de Vinculación Corporativa y Estrategia del Centro para la Salud y el Ambiente Global de la Harvard School of Public Health ha hecho hincapié en la importancia de potenciar la figura de los 'business angels', capaces de conseguir que una buena idea sin financiación bancaria o ayuda económica llegue a lo más alto.

   Así, aunque los emprendedores malagueños pueden aportar sus ideas y obtener fondos en mercados estadounidenses, donde sí están más instaladas estas entidades de capital riesgo, en su opinión, lo ideal sería también "establecer en España los marcos legales y financieros necesarios que permitan la implantación de estos inversores".

   Además, ha señalado que en Málaga el desarrollo de prototipos tiene un menor coste económico, por lo que "emprendedores de Estados Unidos podrían realizarlos en España cumpliendo las leyes ambientales, pero de forma más barata". "Somos economías complementarias", ha reiterado.

   Otra ventaja con la que, a juicio de Sánchez Piña, cuenta Málaga es disponer de "un gran sistema educativo", caracterizado por "una gran diversidad, con gente de todos los ámbitos profesionales". "El capital humano que puede aportar para el emprendimiento es muy grande", ha aseverado.

IMPACTO AMBIENTAL

   En concreto, durante las sesiones impartidas estos días en el Centro de Tecnología de la Sostenibilidad de Málaga se ha formado a 20 alumnos en técnicas especializadas para medir la huella de impacto ambiental de cualquier actividad profesional y, por tanto, ser capaces de disminuirla, así como los costes a los que hace frente cada empresa, según Sánchez Piña.

   Asimismo, se ha ofrecido a los alumnos técnicas de desarrollo de nuevos productos, de modo que no sólo se fijen en aquellos que son convencionales; otras para evolucionar hacia un valor añadido y sobre todo para tener un enfoque sostenible; para proteger la propiedad intelectual; para buscar patentes, etcétera.

   En definitiva, ha explicado el profesor, "una educación integral práctica para que puedan ayudar a las empresas a ayudarse a sí mismas y para que determinen los impactos financieros y medioambientales de las acciones que se desarrollan".

   Tal y como ha especificado, actualmente, los cambios que mejoran el entorno --un uso más adecuado de las materias primas, el reciclaje, un menor consumo de energías, etcétera-- se llevan a cabo, por lo general, por una cuestión económica, pero no se incide en que también implican un menor impacto ambiental.

   "No se está midiendo la huella de impacto ambiental", ha alertado. En consecuencia, ha resaltado la necesidad de que se entienda que "la sostenibilidad no es algo que se impone, sino que se escoge, porque es lo más conveniente para el planeta y también para nuestros bolsillos".

   Y es que, según ha subrayado, aplicar esas medidas que reducen el impacto medioambiental puede conllevar tener unas certificaciones de sostenibilidad, lo que daría a los productos un valor añadido y, en definitiva, ventajas competitivas frente a los otros países del mundo.

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