Había una vez un joven pastor que estaba cuidando su rebaño en el monte. Un día decidió divertirse asustando a los labradores que se hallaban en las cercanías y comenzó a gritar: —¡El lobo! ¡El lobo! ¡Socorro! ¡Un lobo ataca mis corderos! Los labradores dejaron sus tareas y corrieron a ayudarle. Esta fábula, la contaba Esopo, cinco siglos antes de Cristo, y ahora la representa Rajoy, que no es joven pastor, pero Pedro Sánchez sí, por eso es a él, al que primero se le reclama a acudir. Rajoy grita:” ¡Emergencia, emergencia nacional!”. Hay que ponerle apellido, porque Pablo Iglesias habla de otra, de emergencia social que no es la misma emergencia y no hay que confundirse. Rajoy con la que nos asusta es con la de la ruptura de España y ante esa, la de que se pierdan ovejas, se reclama al pueblo entero que aún no ha visto al lobo pero que cree en el pastor y van dando voces por todas partes poniendo en alerta. Y el pastor se entusiasma al ver a tantos corazones encendidos y grita más cosas: “Todos los pastores deben ir juntos, aunque antes tuvieran distinta forma de guiar a las ovejas, PP y PSOE juntos”. Ojalá que no les falle el lobo porque la fábula les está quedando estupenda.
Pero no sólo las ovejas tiemblan, también el PSOE, porque se la juega y el pueblo de izquierdas es rencoroso y puede ser que a la próxima no vaya a votarle y deje que se lo coman los lobos. ¿Cómo saber cuál es la opción correcta? Ahí aguarda Pedro Sánchez, llevando en la mano el pastel que nadie quiso. Todos lo miramos, ha ido hasta Portugal para ponerse en claro, como un niño que teme a una madre severa.
Hemos votado de una forma nueva, un parlamento distinto, plural. No de una forma equivocada. Si han salido estos resultados es porque eran los que queríamos. El problema lo tendrán aquellos a los que estos resultados no les gustan porque estaban acostumbrados a otra cosa. Esa cosa que llena de noticias los periódicos y que ha llenado los bolsillos de tantos incluso en los momentos en los que los de la mayoría de los españoles se desangraban. Perdiendo sus trabajos, sus casas, sus esperanzas… El final lo sabemos, al pueblo no le gusta que lo tomen por tonto y sabe perfectamente qué hacer con los pastores mentirosos.
Jerez
El pastor mentiroso
¿Cómo saber cuál es la opción correcta? Ahí aguarda Pedro Sánchez, llevando en la mano el pastel que nadie quiso. Todos lo miramos
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