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Arcos

“Pensamos que al flamenco hay que valorarlo más, darle su sitio"

Entrevista con la cantaora Montse Roldán y el guitarrista flamenco Antonio Heredia

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  • Montse y Antonio. -

Esta entrevista estaba prevista para hace unas semanas, coincidiendo con el espectáculo en el Olivares Veas donde se presentaban los trabajos de la Escuela Municipal de Flamenco que dirigen Montse Roldán y Antonio Heredia. Problemas de última hora obligaron a posponerla. En un principio el proyecto era entrevistar sólo a la cantaora, pero resulta que ha venido con Antonio, su marido, y sobre la marcha hemos pensado en hacer una entrevista doble, a ambos. Al fin y al cabo ambos forman una de las parejas flamencas más conocidas de nuestra ciudad. Y además, son marido y mujer.
Pareja en la vida y en los escenarios, Antonio y Montse contestan al alimón, complementan uno las respuestas de la otra, o al revés. Se les nota una gran compenetración artística, así que todo es más fácil. Yo pregunto y ambos, de común acuerdo, contestan como una sola voz.
Creo que Montse Roldán y Antonio Heredia, con su trabajo en la Escuela Municipal de Flamenco, o con su asiduidad a las aulas, para enseñar a los escolares, llevan años engrandeciendo el flamenco en nuestra ciudad, poniéndolo en el lugar que se merece.

Bueno. Ustedes son marido y mujer y pareja en los escenarios. ¿Desde cuándo?
—Nos conocimos hace veinticinco años. Nos unió el flamenco y así empezamos nuestro noviazgo. Ambos formábamos parte del coro rociero “La Buena Gente”, el primer coro que se creó en Arcos. Yo-nos cuenta Montse- canto desde que tenía diez años. En la Okapi, la discoteca que había aquí en Arcos, gané el primer premio de sevillanas. En mi casa –cuenta Antonio- siempre hubo una guitarra. Todos la tocaban, pero al final quedé yo. Me hice guitarrista y hoy la guitarra es parte fundamental de mi vida.

¿Habéis concursado como pareja artística?
—No hemos concursado. Bueno, estuvimos en un concurso de alegrías en Cádiz, pero no hubo suerte. Ya no hemos vuelto a concursar.
Montse, ¿te cuesta acoplarte a otra guitarra que no sea la de Antonio?
—Si el guitarrista sabe de compás no me cuesta ningún trabajo. Una sabe su cante y lo dice.

Para vosotros ¿qué es el flamenco?
—El flamenco. Nuestra vida. Una parte de nuestra vida. Un patrimonio de la Humanidad. Todo el mundo puede hacerlo siempre que tenga duende, como decimos los flamencos.

¿Se puede aprender?
—No, pero sí se puede transmitir, educar la voz, enseñar compás, entonación. Ahora, el duende es otra cosa. Eso se tiene o no se tiene. Y la guitarra igual. Cualquier persona puede tocar la guitarra, pero si no da ese pellizco no hay manera. Si no hay arte no hay.

¿Cuáles son vuestros cantaores preferidos?
—Rancapino, padre e hijo, Estrella Morente, Antonio Reyes…

¿Y de los de Arcos?
—Cada uno en su estilo. De todas formas en Arcos los cantaores locales están faltos de escuela. Tradicionalmente hemos tenido cantaores y guitarristas autodidactas: Latiguera, Cambayá, Soto, Zapata. Ahora seguimos sin escuela y eso es una falta, porque impide que se adelante, que se mejore.

¿Qué pensáis del flamenco fusión, de las mezclas, de lo que se engloba bajo el nombre de ‘flamenquito’?
—Hay de todo, pero muchas veces se confunde. Deben ser cosas distintas. Da pena ver cómo gente que puede hacer flamenco puro pero no lo hace porque tiene que irse al flamenquito, que da más dinero. Pensamos que al flamenco hay que valorarlo más, darle su sitio, respetarlo.

Para cantar, para bailar, para tocar, ¿gitanos o payos?
—El duende da donde quiere. Fíjate que los dos grandes impulsores del flamenco moderno, Paco de Lucía y Camarón, eran payo y gitano respectivamente. Es verdad que Paco de Lucía tuvo mucha relación con los gitanos, pero no dejaba de ser payo. Y sin embargo era de los grandes. No hay diferencias.

¿Cómo veis los festivales de verano?
—Ahora tenemos la nuestra, la Velada de las Nieves. Creemos que es un festival muy importante, de los más importantes de Andalucía, y pensamos que se debería dar más cabida, tener más en cuenta a los cantaores y guitarristas de Arcos. Tenemos ahora en Arcos un gran abanico de cantaores y guitarristas y eso debe pesar.

¿Hay un flamenco para guiris y otro para entendidos?
—Sí. Normalmente para los guiris hay que tocar los palos más festeros. Aunque a veces te sorprenden. A nosotros nos han pedido soleares, peteneras, cantes serios podríamos decir. Entienden más de lo que parece. Es más, la mayoría saben que las sevillanas, con ser flamenco, no es flamenco hondo.

¿Y las peñas flamencas?
—Las peñas flamencas, en general, deberían reconsiderar lo que están haciendo, ver su cometido y anteponer el flamenco a todo lo demás. Las peñas están para vivir el flamenco, para aprenderlo y disfrutarlo. El fútbol, la televisión y todo lo demás tienen que quedar en segundo plano.

Vosotros habéis revitalizado, resucitado, aires flamencos que estaban perdidos, que se oían por aquí desde hace mucho tiempo.
—Sí. Gracias a don Antonio Murciano hemos rescatado airecillos festeros de Raquel Requejo, de quien se supone que es de Arcos aunque no hay documentación. Hemos rescatado palos como la mariana, o el garrotí. Estamos muy orgulloso de ello, de esa aportación nuestra al flamenco arcense.

Por último, ¿cómo va la Escuela municipal de Cante Flamenco?
—Bueno. Nosotros la dirigimos desde dos mil trece, hace ya tres años. Enseñamos desde cero. Intentamos que aprendan respiración, timbre de voz, y buscamos a cada uno su sitio. Ahora contamos con el apoyo del Ayuntamiento, que nos ha cedido un local. Lo agradecemos mucho. Queremos que se normalice y se asienten las bases definitivas de la Escuela Municipal de Cante flamenco, que ya están en trámite. Es un proyecto nuestro que nos gustaría que continuara adelante, por el bien del flamenco.

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