En este trabajo, el pintor utiliza sus pinceles para comparar metaforicamente a personajes de relevancia de la comarca con dioses y semidioses del Olimpo griego. Una idea que el artista asegura “nació de casualidad”.
Y es que Zahara apunta que , “después de un periodo en que que me dediqué a un tipo de pintura que no tiene nada que ver, sufrí la crisis del creador de no querer repetirse”.
Eso le llevó a una “nueva búsqueda” en la que intentó tender puentes entre “unos trabajos en los que ya no me reconocía y esta exposición, que es mi manera de entender la pintura”. Sin embargo, la transición no pudo culminarse, lo que le llevó a efectuar una “ruptura que me devolviera a los orígenes”.
Así, “repasando bocetos, experiencias, pruebas y cuadros que no vieron la luz”, el pintor encontró “el cuadro de El castigo de Prometeo. Aquello me dio la idea de buscar los personajes y darles un sentido mitológico”.
Esto se unió a que, en su profesión de profesor, “ya veía a algunos alumnos y los identificaba con personajes mitológicos”.
Trabajo
De esta forma, este trabajo no es flor de un día. “Durante tres años consecutivos estuve estudiando mitología y fui seleccionado a los personajes que se adaptaran a los dioses que tenía en mente”, apunta Zahara.
Tras ello quedaba ponerse en contacto con los personajes, “llevarlos al estudio y hacerles cien mil fotos para llevar a cabo el trabajo”.
Zahara subraya que, gracias a las artes plásticas, “uno puede expresarse, contar sus historias y sentimientos, mostrando temores y ansias”.
Así, el pintor incide en que “el trabajo intelectual previo me ha llevado más tiempo que la propia ejecución”.
Con todo, el autor reconoce que “llevo tres años pasándomelo muy bien. Podría dar algo más, pero lo voy a reservar para mi próxima exposición, Diosas del Olimpo, que podría incluso estar compuesta por una única gran pintura”.