Siendo niño practicaba la escritura con plumilla y tintero, las herramientas de su padre, y hoy, a sus treinta años, ha hecho de la caligrafía su modo de vida, su dedicación profesional, convirtiéndose en un artista como los de la Edad Media, en pleno siglo XXI.
Francisco Gutiérrez García (Jaén, 1987) es Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Jaén, donde nació su empresa: Scriptorium Yayyan. Comenzó su formación como calígrafo en Lisboa (2008), y se especializó en el Instituto Superior Europeo de Iluminación y Manuscritos, único centro dedicado a la materia en Europa. En 2015 recibió el título de ‘Iluminador de Francia’ y desde entonces, de su ‘escritorio’ nacen trabajos artísticos de caligrafía e iluminación de manuscritos medievales.
Si en la Edad Media el escribano copiaba los textos y el iluminador los completaba con las ilustraciones, él concentra las dos artes, trabajando en toda la geografía nacional, por encargos e impartiendo talleres de formación. “Me di cuenta de que podría vivir de ello cuando mi madre me encargó un diploma para regalar a una compañera. Fui consciente del nicho de mercado y finalmente di el paso”, reconoce.
Su carta de presentación para dar a conocer sus trabajos es el manuscrito ‘El Lagarto de la Magdalena’, que realizó como proyecto final. Francisco Gutiérrez escogió como temática la simbología del dragón en la ciudad de Jaén y basó su escrito en el libro de José Torres Fernández: El Dragón de Jaén, diseñando todas ilustraciones que acompañan a la historia narrada. Se planteó quedarse en Francia para desarrollar su carrera profesional, pero finalmente decidió volver a Jaén y empezar de cero como el único iluminador español titulado en Francia, convirtiendo sus conocimientos en una idea de negocio, junto a su hermana, Elena Gutiérrez, la cara gestora de Scriptorium Yayyan.
Y es que la caligrafía, heráldica, los árboles genealógicos, los diplomas honoríficos, las orlas personalizadas o los títulos como el de hijo predilectos son cada vez más demandados en una sociedad “saturada de tipología digital, que no deja de ser artificial”. Lo ‘vintage’ está ganando terreno y se ha vuelto a recuperar la caligrafía como “una categoría de Arte con mayúsculas”.
La letra capital romana, con más de dos mil años de antigüedad, es la que más utiliza en sus trabajos de caligrafía. “Es una técnica dura. Son las letras más bonitas, pero las más difíciles de realizar”, especifica. Francisco Gutiérrez reconoce que cada vez se tiende más a personalizarlo todo y la caligrafía ayuda porque “las letras transmiten”, ya que lo artesanal da personalidad, calidez y expresividad. De ahí que la caligrafía tenga futuro. “Vivimos rodeados de letreros. En sectores como la publicidad es importante la imagen, pero no lo son menos las letras”, reconoce el artista, que trabajó con la firma ‘Desigual’ en la campaña otoño-invierno 2016.
Reconoce que puede tardar poco menos de dos minutos en hacer una caligrafía especial, pero el trabajo que hay detrás son años de formación. Es un proceso creativo cuidado e individualizado, ya que Gutiérrez garantiza “exclusividad” en sus trabajos. “Nunca repito. Me gusta innovar en lo que hago. Es mi sello”, apunta un artista que defiende que “menos es más”.
Es capaz de escribir con cualquier herramienta. “Todo sirve, una llave e incluso un ticket”, dice, aunque sus herramientas habituales son los pinceles, las plumas de aves, los cálamos y las cañas de río.
Su estilo es sobrio. Prefiere un buen diseño a enmascarar el trabajo con artificios. Sus trabajos más artísticos son las miniaturas, elaborados dibujos que acompañan al texto y para los que utiliza pigmentos naturales y pan de oro.
Dedicación, esfuerzo y sensibilidad han hecho a Francisco Gutiérrez un maestro de la técnica de la caligrafía e iluminación de manuscritos medievales.