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Plásticos

Hay plástico en el aire que respiramos y en el agua que bebemos, hasta en la de los manantiales. También en los alimentos

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Los españoles vivimos unos ochenta y dos años de media. Las botellas de plástico donde se envasa el agua quinientos. Duran cinco veces más ellas que nosotros. Si pensamos cuántas de estas botellas desfilan por nuestra vida en una semana nos haremos una idea de cuán grande es la huella medioambiental que dejaremos en el planeta. Puede ser que no nos preocupe el futuro próximo del mundo pero la salud de los bebés debería inquietarnos. Beben leche de biberones de plástico calentados en microondas. El uso reiterado en el tiempo degrada los polímeros que los componen, pasando a los líquidos que ingieren los pequeños. El profesor Nicolás Olea de la universidad de Granada viene advirtiendo del problema desde hace décadas. Hay demasiado plástico en los organismos de nuestros niños.
Hace cuatro años se producían trescientos millones de toneladas de plástico al año. ¿No nos hacemos la idea? Pues acabamos de llegar de la playa, el lugar ideal para visualizar cuánto plástico nos rodea. Neveras, sillas, botellas, fiambreras, envases… Todo cuánto abarca nuestra vista sobre la arena está hecho de este material, hasta las telas de nuestros trajes de baño y de las sombrillas. El poliéster es una resina plástica. Gran parte de lo que llevamos no regresa, se acumula en contenedores y en antiestéticos montones a su alrededor. Un veinte por ciento se reciclará, parte se quemará e irá al aire que respiramos y el resto quedará enterrado en los vertederos. En ellos se cavan parcelas cuadriculadas de gran profundidad donde se depositan desechos de todo tipo hasta colmarlas y cubrirlas con tierra. Con el tiempo se degradarán y de forma líquida, arrastrados por las lluvias, se irán filtrando al subsuelo de los campos de alrededor y a las aguas subterráneas, parte llegará de esta forma al mar en su recorrido contaminante, afectando a las especies marinas. Esos atunes en lata que consumimos habitualmente contienen altos niveles de mercurio. Igual que las pilas que adquirimos con gran facilidad y que raramente reciclamos, en cualquier paseo a pie mirando el suelo encontramos sus cadáveres.Nosotros no volvemos en forma de espectro después de morir pero los fantasmas tóxicos de nuestras basuras sí lo hacen.
Hay plástico en el aire que respiramos y en el agua que bebemos, hasta en la de los manantiales. También en los alimentos. ¿Apetece una cervecita con fibras plásticas?

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