El australiano Simon Clarke, de 32 años, hizo buena la escapada del día imponiéndose en un reducido esprint de tres corredores en la quinta etapa de La Vuelta, entre Granada y Roquetas de Mar, de 188,7 kilómetros, en la que el polaco Michal Kwiatkoski (Sky) cedió el maillot rojo al francés Rudy Molard (Groupama FDJ).
Clarke, ganador de etapa en 2012 (Valdezcaray) y del premio de la montaña en La Vuelta, fue el más rápido en la recta de meta, donde concretó su triunfo ante los otros dos últimos supervivientes de la escapada del día, el holandés Bauke Mollema (Trek) y el italiano Alessandro De Marchi (BMC).
Por detrás llegaba un grupo con el francés Rudy Molard, quien se vio beneficiado por la parsimonia del pelotón y la falta de interés del Sky por defender el maillot rojo de Kwiatkoswki. El grupo llego a 4.55, suficiente para que el francés se enfundará el maillot rojo de líder, siete años después de que otro francés, Sylvain Chavanel, vistiera por última vez esa prenda.
Una jornada de transición entre Granada y la costa almeriense con casi 3.000 metros de desnivel acumulado en terreno rompepiernas. Y con calor, mucho calor, a más de 30 grados centígrados. En esas condiciones, los favoritos decidieron pasar página con el menor desgaste posible.
Hasta el punto de que el Sky, loco por dejar la camiseta roja en las espaldas de otro corredor que no fuera Kwiatkowski, dejó actuar a los aventureros para que en las próximas etapas sean otros equipos los que tiren del carro, en este caso el Groupama de Molard. Un alivio para la escuadra británica, un honor para la francesa.
Los hombres de la general mantuvieron las posiciones en la zona real de la clasificación. Molard, que no se esperaba semejante premio, aventaja en 1.01 minutos a Kwiatkowski, 1.08 al alemán Buchmann (Bora), 1.11 al británico Simon Yates (Mitchelton) y 1.13 respecto al primer español, Alejandro Valverde (Movistar), que es quinto.
La jornada tenía trampas, además del desnivel acumulado, y el pelotón sufrió la calima en un sube y baja constante. No era un guión para esprinters, por eso se desentendieron ellos y sus equipos del proyecto a las primeras de cambio, tampoco para los favoritos ni para los defensores de la camiseta roja.
Así que se formó la escapada, aunque muy tarde, en el kilómetro 65, con 25 hombres, muchos de ellos con experiencia sobrada en grandes vueltas. Todos los equipos estaban representados, menos el Sky y Quick Step. Nada de desgastar más de la cuenta a sus hombres con toda la Vuelta por delante.
Clarke, Mollema y De Marchi abandonaron la marabunta a 51 kilómetros de meta, coincidiendo con el duro terreno de Las Alpujarras, donde la fuga saltó por los aires. El trío de cabeza superó el Alto El Marchal (2a) y ya se consolidaron como los aspirantes al triunfo. Ese era el aliciente de la etapa; el otro, si Molard, que perseguía, iba a lograr quitar a Kwiatkowski el maillot rojo.
Los tres se sumergieron en el mar de plástico que conduce hasta Roquetas, deseando la cosecha de una victoria de etapa, que ya habían logrado en alguna ocasión. Pero querían repetir la gloria. Con el grupo perseguidor a raya, empezó el marcaje con el mar de verdad a la vista.
El más rápido sobre el papel era Clarke, y el ciclista de Melbourne respondió a los primeros ataques para rematar a sus dos rivales por velocidad. No ganaba nada desde 2016 y en Roquetas firmó su segundo triunfo en La Vuelta. El día que nadie quiso vestir el maillot rojo. Menos Molard, rey por un día.
Este jueves se disputará la sexta etapa, entre Huércal-Overa y San Javier, con un recorrido llano de 155,7 kilómetros.