A más de 1.500 kilómetros de su familia y amigos, el presidente estadounidense, Donald Trump, pasará el fin de año solo en Washington, donde el frío y las calles vacías dibujan un panorama poco apetecible para un mandatario acostumbrado a grandes celebraciones durante las fechas navideñas.
Mientras su esposa, Melania Trump, y sus hijos disfrutan del cálido clima del sur de Florida, Trump ha optado por quedarse en la Casa Blanca en un momento en el que una cuarta parte de la Administración estadounidense está cerrada por culpa de la falta de consenso presupuestario.
La insistencia de Trump en la necesidad de incluir fondos en el presupuesto para su anhelado muro en la frontera con México y la inflexibilidad de la bancada demócrata del Congreso con esa cuestión han provocado unas Navidades incómodas para el mandatario.
"Él se va a quedar en Washington D.C. durante el Año Nuevo. Ya canceló sus planes para Navidad. Ahora, ha anulado sus planes para fin de año", dijo este viernes el jefe interino de Gabinete de Trump, Mick Mulvaney, en declaraciones a la cadena estadounidense Fox.
El presidente ha culpado repetidamente a los demócratas por el cierre de Gobierno, a pesar de que fue él quien amenazó con paralizarlo por falta de fondos si el presupuesto no incluía una cantidad que considerase suficiente para el muro, como finalmente acabó ocurriendo.
Así, Trump, que llegó a compadecerse de sí mismo por estar "solo" en Washington hace una semana con un sorprendente "pobre de mí", ha decidido permanecer en la capital ante el riesgo del alud de críticas que se hubiera generado en caso de que hubiera ido a su club de golf Mar-a-Lago a celebrar el fin de año.
Allí es donde el presidente festejó el último día de 2017 junto a sus familiares y amigos, como su hija Ivanka Trump con su esposo, Jared Kushner; el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, y su esposa, Louise Linton; el exjugador de béisbol Keith Hernandez, y el presentador de la cadena Fox Lou Dobbs, entre otros.
No es un secreto que Trump tenía muchas ganas de volver a ser, como casi cada año, el anfitrión de esa exclusiva gala de Nochevieja, un evento cuyo precio por entrada ronda los 1.000 dólares, según medios locales.
Sin embargo, Trump se ha quedado solo en Washington: además de su familia, ni senadores ni miembros de la Cámara de Representantes se encuentran en la capital durante estas fechas, pese al malestar generalizado en el país por el cierre administrativo.
La Cámara baja y el Senado aplazaron este jueves sus sesiones, a las que acudieron solo cinco legisladores, y la Cámara alta anunció que los senadores no se reunirán hasta el próximo 2 de enero.
Los días de reclusión de Trump en la Casa Blanca estuvieron interrumpidos por una fugaz visita sorpresa esta semana del mandatario y Melania a las tropas estadounidenses desplegadas en Irak y a los militares destinados en Alemania.
A su regreso, marcado por un frenesí de tuits más acentuado de lo habitual, Trump protagonizó un episodio que le sirvió además para ganarse comparaciones con el "Grinch", un personaje de ficción que roba la Navidad a los ciudadanos de su localidad.
En Nochebuena, Trump habló por teléfono con una niña de siete años y le preguntó si "todavía" creía en Santa Claus, un comentario que desató una nueva ola de críticas contra el jefe de Estado por su falta de sensibilidad con la menor.
"¿Todavía crees en Santa Claus? Porque a los siete años de edad, eso ya es marginal, ¿verdad?", preguntó Trump a la niña.
En la recta final de 2018, Trump ha visto cómo los 16 días de vacaciones que había planeado en un principio con su familia y amigos han sido reducidos a cero; una falta de descanso navideño que puede afectar el inicio de un año que se prevé complicado para el inquilino de la Casa Blanca.