Los ancianos fueron rescatados de su vivienda de Santander en febrero de 2007 por orden de un juez, que fue alertado de la situación en la que vivían por unos policías que acudieron al domicilio después de que los vecinos escucharan gritos de auxilio, aunque el acusado no los dejó pasar.
Las personas que practicaron el registro hace dos años encontraron a los dos ancianos en el salón, rodeados de basura y suciedad.
El anciano, de 97 años y ciego, estaba sentado en la mesa, comiendo con las manos jamón cocido y pan de molde con moho, y ella, de 90, en una silla, con las piernas llenas de úlceras.
Los dos olían a orín, tenían suciedad en la ropa que evidenciaba su falta de aseo –de hecho, explicaron que llevaban meses sin ducharse– y era “llamativa” su delgadez, según la descripción de la sentencia.