El Patronato de la Alhambra y Generalife está interviniendo en la cubierta de la Casa Morisca de la calle Horno de Oro, ubicada en el Albaicín de Granada, para mejorar su conservación y frenar el deterioro que sufría ocasionado por el paso del tiempo y los agentes atmosféricos y biológicos.
Así lo ha asegurado la directora general del Patronato de la Alhambra y Generalife, Rocío Díaz, en una nota de prensa tras una visita al monumento, junto al delegado de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta en Granada, Antonio Granados.
Los trabajos, que se compatibilizarán con la visita pública al monumento, según ha explicado Rocío Díaz, que también ha estado acompañada por el arquitecto conservador de la Alhambra, Antonio Peral. Las labores se centrarán en la renovación de la tablazón y reposición de la estructura de madera afectada y la cubrición de teja, para garantizar su correcta estanqueidad, así como en la limpieza de vegetación, tierras y otros materiales presentes en faldones y canalones.
Además de esta intervención puntual en la cubierta, como ha adelantado la directora general del Patronato de la Alhambra y Generalife, se procederá a la limpieza y repaso de los faldones de cubiertas de resto del patio, canales, cobijas y limahoyas, sustitución de tejas partidas y repaso de encuentros con paramentos verticales y bocatejas.
La llamada Casa Morisca de la calle Horno de Oro es una pequeña casa nazarí de una sola planta, a la que se le añadió en el siglo XVI un segundo piso. Todo el edificio gira en torno a un patio cuadrilongo centrado por una pequeña alberca y enmarcado en sus laterales norte y sur por dos pórticos con columnas nazaríes tras los que se abren las habitaciones principales. La sala sur de la planta alta conserva en la entrada el arco original de yesería y las tacas en las jambas, así como la espléndida armadura de madera policromada que la cubre.
Como en la mayor parte de casas musulmanas, todas sus habitaciones y ventanas están orientadas hacia el patio, elemento que centra la vida familiar e ilumina las estancias. Hacia el exterior, el edificio no tuvo en origen vanos, manteniéndose herméticamente cerrado preservando la intimidad familiar.
Desde el siglo XVI, el piso alto pasó a convertirse en la zona familiar. El lateral oriental superior recibió un corredor-galería abierto con balaustradas, pies derechos, zapatas de carácter gótico y armadura mudéjar, mientras que el lateral occidental se cerró con pesados arcos góticos de ladrillo. Tras la expulsión de los moriscos, la casa fue corral de vecinos hasta el siglo XX, siendo entonces restaurada.