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Los goles encajados, esa lógica obsesión de Mel

El entrenador no abandonará su estio de fútbol dominante y ofensivo, pero quiere más sobriedad en la defensa

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  • Mel, en Barcelona.
El Real Betis Balompié seguirá siendo un equipo valiente en su vuelta a la élite. No renunciará al estilo que le permitirá estar en Primera la temporada que viene. Pepe Mel querrá que su equipo divierta, sea protagonista de los partidos... aunque con matices.

Porque sin olvidarse de las señas de identidad que tantos éxitos le han dado a los verdiblancos estos últimos meses, el madrileño no quiere vivir en sus propias carnes una historia que conoce a la perfección. La misma que le devolvió a Segunda, como jugador y como técnico, en un par de ocasiones por culpa de un ataque tan vistoso como vulnerable era el sistema defensivo.

Hagamos memoria.En la 90/91, los heliopolitanos era un recién ascendido que soñaba con mantener la categoría con cierta dignidad. No había mucho dinero en la caja, pero el club había confeccionado un plantel con opciones de salvarse. Pepe Mel era el estandarte ofensivo de un conjunto que, a la hora de la verdad, pagó caro sus carencias defensivas. Un dato lo dice todo. Mel acabó el ejercicio con más de 20 dianas anotadas, casi los mismos que el Pichichi Emilio Butragueño, sus compañeros lo habían bordado ante el Barcelona, el Real Madrid, el Valencia, el Sevilla... pero los 65 tantos encajados resultaron una losa insuperable para un conjunto que acabó colista, a cuatro puntos de la promoción que daba una segunda oportunidad para evitar cambiar de categoría.

Lo mismo en el Tenerife. Ya como entrenador, el actual preparador bético pasó por el mismo trance. En el Tenerife, otro recién ascendido. Los chicharreros, que trataban de olvidar la exitosa etapa de Rafa Benítez, divertían a propios y extraños. Tenían pólvora para mantenerse sin agobios (Marioni, Hugo Morales, Pier...), pero Mel y los suyos fueron presa de una zaga tan veterana como generosa con los rivales. Así, no fue extraño que fuera cesado a mediados de la segunda vuelta para evitar lo inevitable. Que los inquilinos del Rodríguez López bajaran después de haber sido la segunda peor defensa de todo el campeonato.Se entiende ahora el deseo de un entrenador por hacerse fuerte en defensa. Para que tantos de los Jorge Molina, Rubén Castro... no caigan en saco roto por culpa de una zaga que no esté a la altura de las circunstancias. Las que requiere un conjunto que sabe el sendero a seguir para no bajar. Para eso han llegado ya Mario, Chica y los ‘expertos’ que están por venir.

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