Desde hace unos tres años, los robos y la inseguridad en el campo han crecido exponencialmente hasta el punto de que cualquier cosa es susceptible de ser sustraída en la zona rural.
Pero este problema viene de años antes. Desde que empezara la crisis de la uva y el arranque de viñedos, los campos se han ido abandonando, y fueron aumentando así los robos. Con la crisis, estos robos fueron aumentando e incluso cambiando de modaliad.
Uno de los casos más antiguos y problemáticos en el campo era la sustracción de animales y huevos por cazadores furtivos. Un tipo de robos que se ha convertido en bastante problemático en la medida en que la cinegética, junto con las casas para agroturismo, se han convertido en un suplemento en renta del agricultor, que apenas puede subsistir con las ayudas que se da a la agricultura.
Hasta hace unos años, este tipo de robos era aislado, y lo que se sustraía era mínimo. Pero desde hace tres años, la crisis ha cambiado este sistema, y han comenzado a aparecer bandas organizadas que se dedican a cometer este tipo de delitos.
“Hay mucha gente parada en los pueblos, y salen al campo: un día a coger espárragos; otro, caracoles; otro día, una herramienta que te encuentras. La gente hace lo que sea para llevar algo a casa”, explica Fernando García Ramos-Catalina, gerente de Agasa.
Además, García explica que con el aumento de la inmigración también han aumentado los robos y ha cambiado la modalidad de los mismos, como la venta de conbre o hierro al peso, algo que, según explica, no es algo que se haya inventado en España: hincos de las mallas ganaderas que se cortan y se venden al peso en una chatarrería, los alambres de las valllas, los cables de cobre de los teléfonos, los aperos e incluso los camiones.
“Se ha llegado a un extremo de inseguridad en el campo total. Cualquier cosa que dejes fuera te la pueden robar, y si la dejas guardada, igualmente puedes no encontrártela al día siguiente”, comenta Fernando García.
Se han dado casos incluso de que han robado el camión y lo han usado como transporte para el resto de cosas que han sustraído. “Ya ni se llevan las herramientas, allí mismo lo roban todo. Una vez incluso vimos un caso en el que habían usado el propio camión para arrancar las rejas de una casa y poder entrar”.
Pero también el ganado y la pesca sufre la consecuencia de esta ola de robos. Ahora no es sólo la caza furtiva. Becerros, cochinos o peces de las piscifactorías son objetivos fáciles para los ladrones.
“Una vez pillamos in situ a un ladrón que había matado un par de becerros y los había metido en un remolque, que es mucho más rápido y fácil que esperar a que se te ponga a tiro un venado o cualquier otro animal salvaje”.
Las peces de las piscifactorías de Puerto Real son también presa fácil. Con la oscuridad de la noche, sin nadie que pueda alertar a la Guardia Civil, es fácil echar las redes en algunas de las antiguas salinas para poder capturar de golpe algunos kilos de pescado. “Y en unos veinte segundos has capturado unos 50 kilos de dorada que, si los vendes a dos euros, ya te has ganado 100 euros en un rato”. Fernando García explica, además, que este tipo de robos está ligado a otros temas como son la droga. “Todo está más relacionado de lo que creemos”.
las soluciones
Aunque es difícil erradicar el problema del todo, pues robos siempre ha habido, es posible que se erradicara en gran medida, sobre todo ante los nuevos tipos de robos que se están registrando y que son auqellos que venden el hierro y el cobre al peso.
“Bastaría con que los Guardias Civiles controlaran las chatarrerías de la provincia, porque entiendo que no puedan estar en todos los campos, pero chatarrerías hay pocas y si pidieran los papeles y los recibos de la chatarra, frenaría muchos a los pequeños ladrones que se dedican a venderlo al peso”, explica Fernando García Ramos-Catalina.
Este tipo de solución fue la que se dio para la caza furtiva hace algunos años. Cuando el tema se descrontroló, se empezaron a pedir unos registros de la carne en las ventas, lo que no erradicó la caza furtiva, pero sí la ralentizó bastante.
“No hace falta ni coger a mucha gente, con que atrapen a un par de ellos, eso se va corriendo de boca en boca”.
El problema de este tipo de actuaciones es que hace falta dinero y dotación de medios tanto personales como materiales.
“La provincia de Cádiz es una zona muy conflictiva, porque tenemos toda la entrada de drogas e inmigrantes por el estrecho, amén de otros problemas como los de violencia de género, y eso recae todo en las espaldas de la Guardia Civil, que no da a basto”, explica García.
“Ahora la gente ni siquiera pone denuncias”, explica García, “porque no ven que se haga nada. La Guardia Civil ni siquiera dispone de los dispositivos necesarios para poder ir a ver qué es lo que han sustraído de la finca”.
Esto da lugar a errores en las estadísticas de robos, pues al no denunciar la gente, se cree que estos han disminuido. “Pero nada más fuera de la realidad”, entiende Fernando García, quien apunta que “la gente no va a poner denuncias porque ni la Guardia Civil hace nada, ni tiene la autoridad suficiente como para hacerlo”.
Y es que la falta de autoridad es algo que también influye a la hora del aumento de robos. “Antes, a nadie se le ocurría levantarle la voz a un Guardia Civil, pero ahora, por cualquier cosa que hagan, pueden decirle que los van a denunciar por abuso de autoridad”, comenta.
Ahora, desde que el mes pasado el vicepresidente primero del Gobierno y minisrto del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, anunciase un nuevo plan del Ministerio del Interior contra los robos en las instalaciones agrícolas y ganaderas, se ha visto un mayor interés por parte de la Guardia Civil en el tema de la seguridad agraria. “Pero el problema”, dice García, “es que no hay dispositivos adecuados”.
Veinte años guardando los campos
La Asociación para la Guardería, Asistencia y Seguridad Agraria de Andalucía(Agasa), nace en el año 1991 ante la gran cantidad de robos que se producían en el campo, sobre todo a raíz del abandono y arranque de viñas en el marco de Jerez.
Así, los Halcones , divididos en patrullas, van recorriendo las fincas asociadas a Agasa día y noche, bien en todoterrenos o en motos de alta cilindrada.
Esta medida disuade a los ladrones que, al no saber cuándo se van a presentar los Halcones, disminuyen o casi anulan la actividad en aquellas fincas asociadas a Agasa.
En la actualidad son unas 250 las explotaciones asociadas a Agasa, entre las que se encuentran fincas de todo tipo: grandes, pequeñas o casas rurales, y que se dedican a todo tipo de actividad: explotaciones ganaderas, cinegéticas, agracias o incluso piscifactorías.
El problema es, como explica Fernando García Ramos-Catalina, que pertenecer a la asociación no es barato. “Necesitamos presupuesto para poder mantener a los 35 Halcones, que patrullan las 24 horas del día”.
Es por eso que García dice que una de las soluciones para los problemas de robos en los campos sería subvencionar a los agricultores para poder contratar este sistema de guardería, ya que no se dispone de los medios suficientes como para poder mantener la seguridad en las fincas.
Agasa posee también un sistema de alarma en las casas y explotaciones, una medida más barata, ya que los Halcones sólo actúan cuando se activa la alarma, pero igual de eficiente.
“Antes, las alarmas sólo servían en la ciudad, que era donde actuaban los policías, pero como los Halcones están patrullando por el campo a todas horas, pueden estar en la finca en unos diez o quince minutos, por eso nos llamamos así, porque somos rápidos en la actuación”.