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Una vez que se extingue un incendio comienza un arduo proceso para tratar de determinar su origen, algo que no suele resultar nada fácil para los investigadores, especialmente cuando se trata de parajes que quedan completamente calcinados. Aun así, siempre quedan pistas que permiten dar con la causa.
Normalmente, son las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales de cada comunidad autónoma y el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil los encargados de investigar la intencionalidad en los incendios, siendo actuaciones que se inician con carácter inmediato dentro de las primeras 72 horas desde que se notifica el fuego.
De manera habital, el trabajo de los agentes se centra en reconstruir, en sentido inverso al que han seguido las llamas, la superficie incendiada para llegar a la zona donde supuestamente se originó.
Una vez que se localiza ese punto concreto, hay que entender cómo se ha comportado el fuego y, para ello, se tienen en cuenta una serie de factores, entre los cuales cabe destacar las condiciones meteorológicas, la orografía y el tipo de vegetación afectada. Al igual que cuando se realiza la autopsia a un cadáver, el resultado de las marcas y las evidencias hablan por sí solas en el terreno. Un mechero, una colilla, pastillas para encender fuego, una botella.... las causas pueden ser numerosas, lo que también puede dar pie a barajar diferentes hipótesis en torno a lo ocurrido.
Una vez concluida esa investigación determinando que se trata de un incendio intencionado, lo más difícil es localizar a la persona que ha causado el incendio, de hecho, el trabajo de los expertos culmina cuando se reafirma el punto de origen y los elementos asociados a él, iniciándose a partir de ahí la fase meramente policial.
De cualquier forma, en elcaso concreto de los incendios de la semana pasada, la complejidad aumenta al tratarse de fuegos iniciados en puntos distantes entre sí, a unas horas en las que no solía haber mucha gente en los entornos afectados, y con el añadido de que los puntos de origen buscaban que las llamas se expandieran hacia zonas susceptibles de causar un daño importante, tanto en La Pitilla, como en el Garrotalillo, un lugar que pasa por ser uno de los principales pulmones verdes que tiene el casco urbano de la localidad.