Ya mí eso ¿en qué me beneficia. La dichosa obsesión por el tamaño. O más. Obsesiva megalomanía la del vendedor Pulido,como la inacabada torre rompedora de paisajes,hasta ahora innecesaria, sobrante para La Caixa, a quien basta una pequeña oficina como sede andaluza, pues su capacidad de decisión, y su interés, están a mil doscientos kilómetros físicos. A años luz de identidad.
Pulido y su equipo han vendido Cajasol, que no era suya, sino de los depositantes, por las cuatro lentejas de un asiento en el Consejo de La Caixa. Mínima expresión, pequeñísimo trocito en la cola del león. Obsesión, o tardío intento de justificación de una traición a Sevilla y a Andalucía. Para no caer en manos de Unicaja, Cajasol entregada al poder catalán. ¿Qué sentido tiene? Extraño acuerdo, ratificado por los consejeros des-ubicadores de una entidad cuyo primer objeto y valor eran su territorio. Ahora, la principal entidad financiera de Andalucía no es andaluza. Ahora, el beneficio de nuestros ahorros hace más grande a la más grande y reportará más ingreso a la Generalitat, vía IRPF. El símbolo fálico era falso.
¿Dónde está la inversión de La Caixa -hasta ahora segunda, desde ahora primera- en Andalucía? En su momento, antes de la defenestración de su Director General por contrariar el plan centralizador de la Junta, El Monte hizo más, muchísimo más que La Caixa por la industria andaluza, pese a ser mucho más pequeña. ¿Dónde está, pues, la ventaja del tamaño, si no es para la propia entidad catalana, que ahora cuenta con más numerario andaluz para invertir en su centro de atención?
La Caixa -¡qué casualidad!- ya no necesita ayuda económica. Qué casualidad. ¿Qué habrá ocurrido, si -según la propaganda vendida- Banca Cívica sufría estado crítico, pese al tamaño de Cajasol y la liquidez de Caja Navarra? “Casualmente”, Cajasol huía del centralismo de la Junta y la CAN del centralismo vasco. Y han ido a parar al fondo de todos los centralismos. Que cosas tan raras pasan en economía. Si no estaban permitidas las fusiones entre cajas de distintas comunidades, si por eso se adoptaron las “SIP”… ¿cómo ha podido darse esta absorción? En la SIP cada caja mantiene su personalidad jurídica y su capacidad de decisión; pero esto ha sido una absorción. ¿Cuándo se ha modificado la Ley, para permitirlo? ¿Por qué razón ningún consejero se ha opuesto? ¿Por qué la Junta no ha abierto la boca? ¿Cómo lo ha podido autorizar la autoridad monetaria española?
Demasiadas preguntas sin respuesta. En un país como España, construido con capas superpuestas de inmoralidad, parece haber varias leyes, para ser aplicadas según a quien. Ahora nos dirán que Andalucía no tiene conciencia autonómica. Es peor: en Andalucía falta conciencia de Andalucía. Si hubiera sido al revés, los catalanes ya habrían sacado sus fondos de la entidad absorbente.
Y no habría nada que reprocharles. Defender la autonomía económica es un derecho irreprochable.