Muchos ciudadanos de los que habitamos esta maravillosa ciudad de Algeciras entendemos y podemos compartir, porque así lo hemos votado, que nuestros representantes municipales, a los que hemos situado en el Gobierno o en la oposición, sean nobles y duros adversarios políticos. Es la esencia y la riqueza democrática.
También admitimos y comprendemos que, en la defensa de sus legítimos postulados e ideas, discrepen en sus planteamientos políticos, pero lo que no digerimos muy bien es que eso les convierta necesariamente en enemigos personales, incapaces de dialogar a la hora de llegar a necesarios acuerdos que hagan valer los intereses de este increíble rincón del mundo al que tanto queremos: Algeciras.
En algunas ocasiones y, a través de esta columna del VIVA de los miércoles y de la edición digital de EL FARO, han podido ustedes leer mis criticas al alcalde Landaluce y a su equipo de Gobierno, y “como lo cortés no quita lo valiente”, por muy buena relación personal que me una con don José Ignacio desde hace muchos años, eso no me impide defender mi actitud progresista y de izquierdas frente a su pensamiento y su actuación conservadora.
Como el movimiento se demuestra andando, mi respeto y amistad no me impiden decirle con toda energía que, a pesar de prometer en su discurso de investidura como alcalde, que además es diputado del PP que gobierna en España, que paliaría nuestras carencias en infraestructuras, del dicho al hecho hay un largo trecho, y hasta el momento no hemos visto nada de nada, salvo palabras y fotos.
Recuerdo que usted apostaba por una Corporación unida, con varias voces pero con un único objetivo, lo que sería fundamental para la consecución de nuestros logros, y al cabo de más de un año y medio de su Gobierno, a las pruebas me remito, no ha logrado usted ningún acuerdo que se cristalice en un logro importante para Algeciras. Haría falta un gran Pacto por la ciudad, colocando encima de la mesa, en primer lugar, todo lo que va a poner el Gobierno de Rajoy.
No vale, don José Ignacio, echarle las culpas a la Junta, es una vieja estrategia de distracción, porque en boca de usted no resulta creíble, cuando aprieta el botón sin piedad en el Congreso para que nos castiguen y olviden sus compañeros del Gobierno de España en sus decisiones.
Decía usted cuando era proclamado alcalde que su objetivo, y puedo asegurarle que el de toda la gente decente de esta ciudad, “es hacer de nuestro municipio una ciudad más digna de ser vivida, deleite para quienes nos visiten, capaz de seducir a sus propios habitantes”. Sé que la experiencia le ha vuelto más humilde y ya no piensa que la única verdad es la suya, y mucho menos procura imponerla, que no descarta que otros puedan llevar razón y no se resiste a colaborar lealmente con la oposición cuando propone algo que le parece sensato y beneficioso para la ciudadanía. Ha aprendido que la razón absoluta no la posee nadie, y que mantener esa postura le puede hacer mucho daño a usted y a nuestra ciudad.
Celebro y le felicito que se haya dado cuenta, pero si me permite, no un consejo sí una sugerencia a modo de reflexión de quien, por sus años, se ha equivocado algo más que usted. Lo del ultimo recibo del agua es una “pasada”, tiene a la gente irritada, y hay muchas personas que, en la delicada situación económica que estamos viviendo, les va a costar o quizás no puedan pagarlo. Es una decisión que deberían replantearse.
No se frustre ni alimente el rencor si alguna vez hay quienes no aceptan su verdad. Es la grandeza de la democracia, pero sobre todo vacúnese de los pelotas y halagadores que se acercan al poder para aprovecharse, terminan siendo feroces enemigos, una vez que no tienes nada que darles, y fíese más de los adversarios que le dicen las cosas a la cara.