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Un mundo nuevo

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Esta semana se abría con la preocupante noticia de la corrupción en la Unión Europea. La Comisión Europea cifraba el alcance de esa corrupción institucional en una cantidad que igualaba el presupuesto anual de la Unión Europea: 120.000 millones de euros. En España, ese pésimo diagnóstico se agravaba, ya que el mencionado informe colocaba a nuestro país entre los más destacados en casos de corrupción. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, la corrupción es una de las preocupaciones mayores de los ciudadanos españoles.


Pero no basta con hacer diagnósticos y señalar prácticas que no se deberían dar en una sociedad libre y democrática. Hay que responder desde la base, con propuestas que favorezcan otro tipo de sociedad, que permitan construir un mundo nuevo, libre de esas lacras mencionadas, que no son frutos sino del egoísmo humano, que sólo piensa en el propio lucro e interés.
En esa dirección viene trabajando Manos Unidas desde hace más de medio siglo, y la jornada de esta ONG de la Iglesia católica para la ayuda, promoción y desarrollo en los países del Sur, que se celebra el próximo domingo, es una buena ocasión para recordar la ímproba labor que Manos Unidas desarrolla para crear un mundo nuevo, a partir de un proyecto común, como reza el lema de la campaña 2014.


Manos Unidas es creíble como pocas instituciones en España. No cuenta con cuentas blindadas en Suiza, ni obtiene favores mediante sobres. No lleva contabilidad B ni esquilma las arcas públicas para su propio beneficio. Los ingresos de Manos Unidas provienen de fuentes privadas en un 85’6%, y sólo un 14’4% llega del sector público. El reparto del monto total es claro y constituye una prueba más de la transparencia con que Manos Unidas trabaja: un 5’7% se destina a sensibilización mediante campañas; un 7’5% a cubrir gastos de administración y estructura; un 2% a promoción y captación de recursos, y el abrumador 84’6% restante va directamente a sostener los cientos de proyectos de desarrollo que esta meritoria organización sostiene en África, América y Asia.


Manos Unidas lleva 55 años forjando fraternidad, luchando para que la humanidad forme realmente una sola familia, que es el presupuesto indispensable para superar un mundo en que los pobres lo son cada vez más, como recordaba el Papa emérito Benedicto XVI: “El desarrollo de los pueblos depende, sobre todo, de que se reconozcan como parte de una sola familia, que colabora con verdadera comunión y está integrada por seres que no viven simplemente uno junto al otro” (Caritas in veritate 53).


Manos Unidas, que trabaja desde una clara opción de fe cristiana, sabe bien que no puede haber auténtica fraternidad sin un Padre que nos haga hijos y hermanos. El gran error de nuestra sociedad es querer construir una fraternidad arrinconando o invisibilizando a ese padre, que es Dios. Sólo haciendo a Dios un hueco en la vida del hombre, para que la haga auténticamente libre y le dé sentido, crecerá la verdadera fraternidad entre los hombres y mujeres. Sólo así podrá haber un “mundo nuevo”, que lleve adelante un proyecto común de desarrollo que se funde en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.

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