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\"Todos sabemos que fallaron en el 11-S o el 11-M, pero nadie sabe, y así debe ser, cuantos atentados se han abortado\"

Entrevista a Jaime Rocha, antiguo agente del CNI y Capitán de Navío de la Armada Española cuya carrera ha abarcado diversos puestos relacionados con la Seguridad Nacional y como agregado en distintas embajadas e instituciones españolas acreditas en el extranjero

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  • Jaime Rocha -

Si existe una disciplina que difiera más entre la ficción y la realidad esa es definitivamente el espionaje. Una parte de la sociedad aun sigue relacionado el mundo de la inteligencia con la cinematográfica figura de James Bond, personaje de ficción cuyas trepidantes aventuras difieren enormemente del quehacer cotidiano de cualquier servicio secreto. La realidad es bien distinta: el mundo del espionaje abarca contextos tan dispares como la corrupción política, el terrorismo internacional o la competitividad industrial así como una gran variedad de trabajos: desde la elaboración de informes en un despacho hasta la infiltración tras las líneas "enemigas" pasando por la ciberseguridad o la traducción e interpretación de idiomas. La existencia de un grupo de personas y organizaciones que se ocupen de la seguridad es fundamental para el correcto funcionamiento de los países en un mundo con cada vez más incertidumbres y peligros, cumpliendo así una función vital e imprescindible para garantizar la seguridad nacional y salvaguardar los respectivos intereses nacionales en juego. La información es poder y los servicios secretos existen para saber y cuanto más, mejor. En España, el Centro Nacional de Inteligencia o CNI es el organismo que existe para "obtener información no alcanzable por otros organismos" y "proteger los intereses políticos, económicos, estratégicos o industriales" según se autodefinen en su propia página web. Para conocer más a fondo este mundo hemos entrevistado a Jaime Rocha, antiguo agente del CNI y Capitán de Navío de la Armada Española cuya carrera ha abarcado diversos puestos relacionados con la Seguridad Nacional y como agregado en distintas embajadas e instituciones españolas acreditas en el extranjero. Rocha es además el actual delegado en Cádiz de la ONG "Madre Coraje" y representante en la misma provincia de la Asociación de Ex Miembros del Servicio de Inteligencia Español (AEMSIE).

Los servicios de inteligencia parecen buscar cada vez más a expertos altamente cualificados en ciberseguridad y todo lo relacionado con internet y las nuevas tecnologías ¿Podemos afirmar que el perfil del agente de inteligencia ha cambiado sustancialmente entre el siglo XX y XXI? ¿Qué cualidades caracterizarán siempre a un agente de los servicios secretos?

Habría que empezar por definir lo que entendemos por agente de los servicios secretos. Tanto lo es el analista que no sale de su despacho, donde recibe y analiza la información que le llega para terminar elaborando informes de inteligencia, como el experto en comunicaciones que recibe la información de señales (SIGINT), la interpreta y transmite, o el agente de campo, por llamarlo de forma comprensible, que está en el terreno, se infiltra, establece redes y desarrolla todo su trabajo entre las líneas enemigas. Las cualidades para una u otra misión, como se puede comprender, no son las mismas. No todos sirven para todo. En cuanto a los “técnicos”, los ha habido siempre, lo que ha evolucionado es la tecnología. Naturalmente, los conocimientos  técnicos de los agentes que hacen ese trabajo no son los mismos, van acordes con el avance de la tecnología.

Si tenemos en cuenta los altos niveles de estrés a los que puede llegar a enfrentarse un agente de campo ¿Cuáles son las características psicológicas que deben tener aquellos que trabajen en la adquisición de información por medios humanos o HUMINT? ¿Podemos considerar que la inteligencia emocional es el mejor aliado del que dispone el agente?

Sin duda la inteligencia emocional se compone una serie de cualidades internas y externas, yo diría que, en mayor o menor grado, imprescindibles para este trabajo. Hay que tener unas cualidades personales como ser muy discreto en lo referente a los temas importantes, mantener la calma en situaciones comprometidas, tener empatía para ganarse la confianza de las personas “objetivo”, dotes de actor, o actriz,  para meterse en el personaje, y una serie de técnicas que se aprenden y entrenan. Eso en cuanto a cualidades generales, porque también los agentes de campo desarrollan actividades muy distintas. No es lo mismo quien se infiltra en un grupo terrorista que quien monta una red para adquisición de información militar,  política o económica. Dos ejemplos españoles bien distintos en el trabajo, pero con unas condiciones personales similares: el Lobo, infiltrado en ETA y Garbo, espía doble durante la Segunda Guerra Mundial. También el trabajo en un país extranjero está condicionado por la zona geográfica o política de que se trate, los servicios de contra inteligencia con que cuente, etc. todo eso condiciona el tipo de preparación y entrenamiento del agente, los medios técnicos y humanos con los que va a contar pero siempre partiendo de esa inteligencia emocional imprescindible.

Las recientes filtraciones por parte de Edward Snowden han obligado a los grandes servicios secretos a replantearse su estrategia de comunicación viéndose obligados a ser más transparentes y comunicativos con la ciudadanía ¿Nos encontramos en una nueva era de la información en la que la confidencialidad absoluta ya no es posible y todo es susceptible de darse a conocer antes o después?

Pienso todo lo contrario. Hay que mejorar los sistemas de comunicaciones, hacerlos más seguros, con sistemas de encriptación cada vez más eficaces, y seleccionar muy bien al personal que tiene acceso a información clasificada con controles internos frecuentes. La información que interesa a los servicios de inteligencia es la que se refiere a los terroristas, servicios enemigos, políticos corruptos, etc. El ciudadano que no ha hecho nada malo, nada tiene que temer y en cuanto a la privacidad a la que tienen derecho, yo les diría que con solo tener y usar una tarjeta de crédito, ser usuario de las redes sociales o telefonía móvil, ya es completamente transparente. Un servicio de inteligencia no pierde el tiempo ni emplea medios y personas para controlar a los ciudadanos. La información que no interesa, que no aporta nada, se elimina.

El sociólogo Jean Ziegler afirmó que "el secreto más poderoso es aquel que no contiene nada" Cualquier información real puede ser descubierta y dada a conocer, pero el falso secreto ofrece infinitas posibilidades de juego y manipulación. ¿La distracción y la desinformación son estrategias comunes en el mundo de la inteligencia?

La desinformación, si se hace creíble para el enemigo, es decir bien hecha, con apariencia de verdad, puede dar grandes resultados. Se emplea, y mucho, por la contrainteligencia. En cuanto a que todo se llega a conocer, tengo mis dudas. Casi puedo asegurar que no es verdad y lo digo por propia experiencia. Se me ocurre, a bote pronto, el asesinato del Presidente Kennedy, cuya investigación está trufada de pistas falsas. Han pasado más de cincuenta años y estamos como el primer día. Si un secreto importante se deposita en personas que no merecen esa confianza terminará sabiéndose, pero si los depositarios son los imprescindibles y personas comprometidas, nunca se sabrán, o al menos mientras pueda tener interés. Con perdón para Ziegler, una información vacía no tiene ningún interés, solo sirve como desinformación, así que empeñarse en que no se conozca solo puede interesar con esos fines. Insisto, hay secretos que solo conocen los protagonistas y lo normal es que no se divulguen.

Encontrar el balance adecuado entre la vigilancia que los gobiernos ejercen sobre la ciudadanía para garantizar su seguridad y el respeto al derecho a la privacidad daría para un largo debate en el que sería difícil encontrar un terreno común que satisfaga a todos. ¿Dónde cree usted que se debería encontrar el límite de lo moralmente aceptable para un agente de inteligencia a la hora de realizar su trabajo?

Un agente de inteligencia nunca tiene como objetivo la vigilancia de sus conciudadanos, siempre que estos no den motivo para ser seguidos o vigilados. Otra cosa es que en una investigación aparezcan personas que nada tienen que ver con el objetivo. Imagínese que Vd., por error o puntualmente hace una llamada desde su móvil a otro móvil que está siendo vigilado. Automáticamente el suyo también lo estará, es como los racimos de cerezas que tiras de uno y arrastra a otros, pero en cuanto se compruebe que no tiene nada que ver con la persona que está siendo controlada se le abandona. Repito: no hay tiempo ni se pueden distraer medios técnicos ni humanos para controlar a personas que no aportan información sobre un objetivo. El ciudadano debe estar tranquilo. Si se ponen cámaras de seguridad en bancos, comercios o en la calle, todos los que pasemos por su campo visual somos grabados, sin embargo a nadie nos importa, mientras no cometamos un delito, naturalmente.

Las continuas reivindicaciones y mensajes lanzados por los yihadistas del Estado Islámico evidencian que un inminente atentado terrorista se cierne sobre Europa. El Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, afirmó recientemente que existe “una amenaza directa del terrorismo yihadista contra los países occidentales con especial preocupación sobre intereses de EEUU, Francia y el Reino Unido”. ¿Cree usted que la ciudadanía es consciente de hasta qué punto es importante la labor que realizan los servicios secretos? ¿Existe una Cultura de la Inteligencia en España?

Es complicado. Por una parte, los responsables políticos no pueden tener a la ciudadanía en constante estado de alarma, aunque exista y sea real o incluso inminente. Si no se conoce con cierta aproximación el lugar, fecha, medio que puedan emplear  y objetivos, no se puede alarmar a toda la población. Dar la alarma solo tiene sentido si con ello se pueden evitar víctimas. Aunque nadie ignora que la amenaza del terrorismo yihadista es algo, desgraciadamente, muy real y próximo. El trabajo de los servicios secretos no se conoce cuando, por ejemplo, logran evitar un atentado. Sin embrago los fallos enseguida son del dominio público. Todos sabemos que fallaron en el 11-S o el 11-M, pero nadie sabe, y así debe ser, cuantos atentados se han abortado. Hay que tener plena confianza en su trabajo, que es muy profesional y abnegado, y colaborar con ellos cuando se presente la oportunidad. En cuanto a la existencia en nuestro país de una Cultura de la Inteligencia, tengo que decir rotundamente que la ignorancia es alarmante, porque no solo es de la sociedad en general, sino que alcanza a políticos y profesionales que deberían conocer mejor el trabajo de su Servicio de Inteligencia. Para paliar en lo posible este vacío, la Asociación de Ex Miembros del Servicio de Inteligencia Español (AEMSIE), entre otros objetivos, realiza una divulgación de esa Cultura de Inteligencia fundamentalmente a través de Universidades y medios de comunicación, como es el caso.

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