Sevilla consiguió hace unos años un logro sin precedente a escala mundial: multiplicar por 10 el número de ciclistas en apenas unos años, con el consiguiente aumento de la calidad de vida de sus ciudadanos. Este logro ha convertido a Sevilla en una referencia mundial y la llevó en 2013 a ocupar el cuarto puesto en el ranking mas prestigioso de ciudades ciclables, el Copenhagenize Index (http://www.copenhagenize.com/) codeándola con ciudades tan icónicas en el mundo de la bicicleta como Amsterdam, Copenhague o Utrecht.
Todo ello ocurrió en gran parte porque la ciudad se embarcó en un ambicioso Plan de la Bicicleta (2007 - 2010) cuyo eje fue la construcción de una red de vías ciclistas de 77 km de longitud, ampliada luego a 120, que conectó las principales zonas residenciales entre sí y con los principales atractores de viajes, como universidades, colegios e institutos, centros de trabajo, centros comerciales , de ocio, etc...
Seis años después de finalizado el Plan, Sevilla sigue siendo un referente a escala mundial entre las ciudades que promueven la movilidad en bicicleta, pese a que su uso parece haberse estancado en torno a los 70.000 desplazamientos diarios de 2011 (un 5,6% sobre el total de la movilidad urbana).
Aun así, la red de carriles-bici se ha seguido expandiendo hasta un total de 170 km y Sevilla sigue ocupando un honroso décimo lugar en el "Copenhagenize Index". Lo que demuestra, en primer lugar, que la bicicleta no ha sido una moda pasajera, sino que ha pasado a formar parte de la idiosincrasia de la ciudad. Y en segundo lugar, que son necesarias nuevas políticas de fomento de la bicicleta para seguir avanzando en la senda de las ciudades que han hecho de ella y de la movilidad sostenible una de sus señas de identidad.
Como el Copenhageniz Index indica en la justificación del décimo lugar otorgado a Sevilla en 2013, la ciudad ha hecho ya lo más difícil: pasar de prácticamente cero al 5% de la movilidad urbana en bicicleta. Llegar al 15% no debería ser difícil. Pero para ello no basta con conservar y mejorar la red de carriles-bici. Ni siquiera con seguir expandiéndola, por mucho que todo ello sea necesario y conveniente. Hay que imaginar nuevas políticas que pongan el acento en los cuellos de botella que, hoy por hoy, frenan el desarrollo de la movilidad en bicicleta en nuestra ciudad: marginación, robos, inseguridad, falta de servicios y de infraestructuras adecuadas en la mayoría de los edificios, desconexión con los transportes públicos, etc...
Para acabar con la marginación es preciso recuperar un organismo que vele para que la bicicleta sea tenida en cuenta en todos los planes de movilidad y en todas reformas urbanísticas que afecten a la movilidad: lo que en su día fue la Oficina de la Bicicleta. Para acabar con los robos y la inseguridad, es necesario resolver el problema del aparcamiento seguro de bicicletas, no sólo en la vía pública, sino también en origen (hogares y comunidades de vecinos) y destino (empresas, centros de estudio, comerciales, de ocio...).
Y por último, pero no por ello menos importante, es necesario conectar la bicicleta con el transporte público, desarrollando la intermodalidad, especialmente a escala metropolitana, donde el Plan Andaluz de la Bicicleta ha planificado ya una red de carriles-bici similar a la de Sevilla.
Son políticas cualitativamente distintas de las que constituyeron los ejes del Plan de 2007. Por ello necesitamos un nuevo Plan que desarrolle estas políticas y defina con precisión los nuevos objetivos, que podríamos resumir en lograr la integración definitiva de la bicicleta en la movilidad urbana de Sevilla y su Área Metropolitana.