Hace ya unos cuantos de años tuve la suerte de grabar en mi memoria una de esas escenas de animales que recuerdan a los documentales de La 2: en una empresa comercializadora del cangrejo rojo americano de Lebrija, un ejemplar se había librado de la caldera, tras el baño previo con agua a presión, y danzaba pinzas en alto, desafiante a pesar de su pequeñez, intentando sobrevivir. De nada le sirvió y los guantes del operario de turno lo devolvían a la caldera que lo convertirían en cola de cangrejo ultracongelado directo a los países nórdicos. De aquello hará unos quince años pero ya entonces, igual que reconocían su carácter invasor y su capacidad de adaptación, también lo veían como una fuente de riqueza en una comarca más que castigada por el paro.
Pero nadie había tomado cartas en el asunto, como sí está ocurriendo con otras especies como el mejillón cebra, y lo exótico se ha ido transformando, por invasor, evidentemente, en parte del ecosistema, lo que implica también que algún que otro animalito se está alimentando de él y no sólo es el ser humano el que le está sacando el rendimiento.
El invasor se ha adaptado al nuevo ecosistema y el ecosistema parece haber aceptado al cangrejo rojo americano gracias al gran depredador de nuestro mundo, al propio hombre, que si bien lo dejó invadir, también controla su población periódicamente, pescándolo en el momento justo y lo justo para no esquilmar la especie, que genera 20 millones de euros de ingresos y muchas peonadas en localidades habitualmente deprimidas. Y ahí está la cuestión, que si el mayor depredador de esta especie invasora ya no puede limitar su población con su pesca periódica, el cangrejo rojo americano se convertirá en el dueño y señor de la marisma.
El hombre creó el problema y tendrá que solucionarlo, y aunque las leyes están para cumplirlas, siempre hay alguno que pide un indulto aunque ni siquiera se le haya pasado por la cabeza pedir perdón. ¿Se merece el cangrejo rojo americano nuestro indulto o es mejor expulsarlo a pesar de los beneficios que deja?