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No sólo las rebajas traen gangas

El mercadillo de los martes, un lugar donde todo el año se tira la casa por la ventana, Ni el calor ni la situación de crisis hace que mermen las visitas

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  • La gente hace caso omiso al calor y sigue acudiendo al mercadillo de los martes. -
Hay que tener destreza, el ojo fino y el pulso frío y calculador pero no hay que ir a las grandes superficies en época de rebajas, que están a punto de llegar, para encontrar una ganga, una prenda de buena calidad por un precio ínfimo. En este caso, el precio casi nunca suele hacer justicia a la calidad adquirida. El cliente, si sabe elegir, regatear y mirar, siempre gana.

¿Dónde si no se puede encontrar una ganga? En el mercadillo de los martes, popularmente conocido como Gitanos. Ya están tirando la casa por la ventana, porque hay que echar fuera la mercancía de primeravera-verano para adquirir nuevas prendas de vestir, zapatos o complementos, para encarar prácticamente todo el verano. A pesar de todo, desde antes de Feria se pueden observar las primeras prendas de esta época estival que se acerca de manera irrefrenable, y que es bastante anunciada por el manto de calor que cubre a la ciudad todos los días desde hace aproximadamente una semana. Pero el que es paciente es capaz de conseguir la prenda deseada a menor precio.


Quien no se viste entrando en el mercadillo es porque no quiere, ya que oportunidades y ofertas hay para poder hacerlo. Empezando por los pies, ¿quién no tiene unas zapatillas para andar por casa o para ir a la playa por sólo un euro, o algo más arregladas, con piedras o en chancla, para poder llevar los pies frescos todo el verano por tres euros? Además, hay modelos variados y colores para todos los gustos. También es el momento idóneo para comprar merceditas a precio de risa para el invierno próximo. Pero por otro lado, si en cambio la mujer, en este caso, gusta de tener zapatos para arreglarse, los puede encontrar entre diez y veinticinco euros, aquellos que en tiendas de grandes superficies pueden alcanzar el doble de su precio actual en el mercadillo. Pero aún hay más, los zapatos de corte de salón, ponibles cualquier época del año, a tan sólo tres euros.

Los calcetines, para aquellos que prefieren tener los pies a buen recaudo, cinco pares por un euro. Como complemento idóneo para un pantalón, dos correas por un euro, así cualquiera tiene un regalo asegurado. Pero también se pueden encontrar abanicos por dos euros, panuelos dos por tres euros o dependiendo del tejido y del comerciante ambulante al que se refiera, a tan sólo un euro. Y los pijamas no pasan de los tres euros, pero se pueden adquirir a menor coste.

Avanzando por el mercadillo se pueden encontrar pantalones vaqueros New Caro por sólo diez euros, y vestidos fresquitos para el verano al mismo precio, blusas a cinco euros, y blusones de india a siete. Los sujetadores son de un variado precio, entre dos y cuatro euros, de colores y tejidos así como modelos distintos, para todos los gustos.

Pero hay más. Las camisetas, tanto para él como para ella, a tres euros, incluso con divertidos anuncios, imitando a los de una gran superficie, donde se demuestra que la imaginación también cuenta a la hora de intentar enganchar al cliente. Las camisetas básicas de tirantas para mujer no ascienden de más de tres euros, y los boxer y las braguitas no pasan de un euro en la mayoría de los puestos ambulantes que conforman el mercadillo.

Igual de fácil es poder vestir de pies a cabeza a los niños. Hay bañadores para la playa por dos prendas cinco euros así como calzonas a cuatro, o un conjunto de camisa y pantalón para bebés y niños pequeños a diez euros. Pero las gorras y gorros para los más pequeños de la casa tampoco superan el euro, y vienen muy bien para el verano, puesto que hay que proteger a los más pequeños del sol, que es tan dañino y provoca tantos problemas en la piel. Las sandalias oscilan entre uno y tres euros, y los zapatos de vestir, a cinco.
Pero la casa tampoco se queda desnuda en el rastro. Los paños de cocina, por un euro, y las cortinas, entre dos y tres euros.

“Quien no compra es porque no quiere. Te puedes vestir entera porque los precios son bastante bajos. Y sinceramente, a mi no me hace falta ir a las tiendas de los centros comerciales para ir vestida bien. Muchas veces puedes encontrar ropa similar y con una diferencia en lo que se refiere al precio”, indica una asidua al mercadillo. “Las prendas para el verano están muy bien de precio. Yo por el precio de un par de zapatos de una tienda habitual me puedo llevar dos”, admite otra, por lo que en esta época de “crisis, es más fácil ahorrar y no dejar de comprar, porque al final todos somos consumistas”, admite.

En definitiva, se podría decir que hasta finales de junio, los comerciantes ambulantes tirarán la casa por la ventana, y nunca mejor dicho. Al final de la temporada, o a la liquidación de la época primaveral, se suma que estos comerciantes deben hacer verdaderos esfuerzos para no subir en exceso sus precios, porque si no los productos se asimilan a los que la ciudadanía puede adquirir en una gran superficie, por lo que no sería rentable. Pero para salvar situaciones como ésa está la imaginación de la mayoría de estos comerciantes, que además se enfrentan a la crisis,

El calor tampoco hace mella en estos comerciantes. La ciudadanía suele cambiar sus hábitos, y acude más temprano, o a última hora cuando hay menos bullicio, pero nunca deja de acudir.

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