La masiva eucaristía de acción de gracias cierra el cincuentenario de la Hermandad del Rocío
Mazuelos destacó la importante labor que realizan con los más débiles de la ciudad
Acogedora procesión hasta la llegada de la Virgen a su templo, San Joaquín
El obispo de la Diócesis Asidonia-Jerez, José Mazuelos, ofició a lo largo de la mañana de ayer la solemne pontifical de acción de gracias que pone colofón a un año de actos conmemorativos con motivo del cincuentenario de la refundación de la Hermandad del Rocío, que estuvo acompañada por una amplia representación de otras homólogas de la provincia así como de las cofradías de gloria y penitencia de la ciudad.
El acto se llevó a cabo en la plaza Alfonso X El Sabio, en un majestuoso altar instalado junto al Castillo de San Marcos, del que salió el cortejo que precedía al obispo, encabezado por los piteros de la hermandad portuense, que ayer se vestía de gala para rememorar una vez más su historia. Multitud de devotos, fieles, hermanos y curiosos se apostaron en la plaza desde las diez y media para escuchar las sabias palabras de Mazuelos, interrumpidas en muchos momentos por distintas lecturas de pasajes bíblicos así como los cánticos entonados por las voces que forman el coro Nuestra Señora del Rocío del Espíritu Santo.
Amaneció una mañana un tanto nublada, que el obispo señaló que era obra de las súplicas realizadas a la virgen, pero el sol estuvo en constante pelea con las nubes, y de vez en cuando demostró todo su esplendor, iluminando así la nueva talla de la Virgen del Rocío que formará parte de la hermandad rociera, y que quedará recogida en la parroquia de San Joaquín, donde además permanece expuesta a veneración pública.
La nueva talla, que ha sido donada por hermanos y devotos con motivo del cincuenta aniversario de su refundación, llega cuando se consolida aún más, como destaca Mazuelos, la fe y la devoción de los hermanos rocieros. Además, recordó la importancia de la devoción popular a María Santísima así como que, más allá de la fiesta en que se convierten las manifestaciones rocieras para muchos (que además lo callan y no son capaces de anunciarlo), es preciso continuar haciendo presente la verdadera expresión de la fe de Cristo en manos de la virgen. Ligó este significativo discurso con algunas de las lecturas que se escucharon en uno de los atriles del altar, que destacaba los intereses con los que algunas personas se dirigían a Cristo en sus distintos peregrinajes de fe. Tampoco quiso olvidarse de los niños, de los que sufren, los que están enfermos.
Con respecto a la hermandad, confirmó que “después de 50 años la experiencia es muy distinta, hay mucho aprendido. La atención al débil es lo que mueve a la Hermandad del Rocío, el amor a Dios, el perdón”. Tras la eucaristía, y con un leve retraso con respecto a la hora prevista, debido a la celebración de la misa de las 13.00 horas en la Prioral, salió el cortejo procesional que precedía a la nueva talla de la Virgen del Rocío a San Joaquín.
El acto se llevó a cabo en la plaza Alfonso X El Sabio, en un majestuoso altar instalado junto al Castillo de San Marcos, del que salió el cortejo que precedía al obispo, encabezado por los piteros de la hermandad portuense, que ayer se vestía de gala para rememorar una vez más su historia. Multitud de devotos, fieles, hermanos y curiosos se apostaron en la plaza desde las diez y media para escuchar las sabias palabras de Mazuelos, interrumpidas en muchos momentos por distintas lecturas de pasajes bíblicos así como los cánticos entonados por las voces que forman el coro Nuestra Señora del Rocío del Espíritu Santo.
Amaneció una mañana un tanto nublada, que el obispo señaló que era obra de las súplicas realizadas a la virgen, pero el sol estuvo en constante pelea con las nubes, y de vez en cuando demostró todo su esplendor, iluminando así la nueva talla de la Virgen del Rocío que formará parte de la hermandad rociera, y que quedará recogida en la parroquia de San Joaquín, donde además permanece expuesta a veneración pública.
La nueva talla, que ha sido donada por hermanos y devotos con motivo del cincuenta aniversario de su refundación, llega cuando se consolida aún más, como destaca Mazuelos, la fe y la devoción de los hermanos rocieros. Además, recordó la importancia de la devoción popular a María Santísima así como que, más allá de la fiesta en que se convierten las manifestaciones rocieras para muchos (que además lo callan y no son capaces de anunciarlo), es preciso continuar haciendo presente la verdadera expresión de la fe de Cristo en manos de la virgen. Ligó este significativo discurso con algunas de las lecturas que se escucharon en uno de los atriles del altar, que destacaba los intereses con los que algunas personas se dirigían a Cristo en sus distintos peregrinajes de fe. Tampoco quiso olvidarse de los niños, de los que sufren, los que están enfermos.
Con respecto a la hermandad, confirmó que “después de 50 años la experiencia es muy distinta, hay mucho aprendido. La atención al débil es lo que mueve a la Hermandad del Rocío, el amor a Dios, el perdón”. Tras la eucaristía, y con un leve retraso con respecto a la hora prevista, debido a la celebración de la misa de las 13.00 horas en la Prioral, salió el cortejo procesional que precedía a la nueva talla de la Virgen del Rocío a San Joaquín.
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