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En román paladino

Arrimar el hombro y rabillos de pasas

Ausencia en los plenarios, ausencia en las votaciones, ausencia en la proclamación de la ejecutiva. Es una extraña manera de arrimar el hombro

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Mientras que medio Partido Popular está declarando en la Audiencia Nacional – y ninguno recuerda nada- en el Partido Socialista Obrero Español están todos arrimando el hombro. Hoy ha empezado el desfile con el antiguo  secretario general Francisco Álvarez Cascos. La amnesia total continuará en los próximos días con Ángel Acebes y Javier Arenas y algo más adelante Jaime Mayor Oreja, Gerardo Galeote y Rodrigo Rato  y terminará el paseíllo el propio Mariano Rajoy el 26 de julio. Todos están a punto de recibir un tratamiento intensivo de rabillos de pasas porque ninguno recordará ni su nombre si el magistrado les aprieta mucho.

Es humano olvidar. No hay curación posible en el discurrir por este valle de lágrimas, que es la vida, sin olvidar. El problema es que Bárcenas, que sospechosamente  está empezando a olvidarse hasta de su letra y Correa,  que ya padece un “alzhéimer”  galopante,   ha olvidado hasta las claves de las cajas fuertes y ambos ya no recuerdan los números de las cuentas  que les esperan en el idílico y alpino país del chocolate y los relojes. Y lo que se ha borrado de su memoria es lo que un tal Peñas le grabó a Correa: “Todo obras. Adjudicaciones de Fomento. Las daba Cascos. Mil kilos”.

Los socialistas, por su parte,  no cesan de arrimar el hombro. Sobre todo desde Andalucía. Hay tradición de costaleros, hombres de trono y cargadores y todo se hace acercando la cerviz y el hombro, en definitiva, para que el paso o el trono lleguen a su destino. Eso es lo que se hizo en el congreso socialista por el oficialismo del partido socialista en Andalucía: arrimar el hombro con unas sonoras ausencias. Ausencia en los plenarios, ausencia en las votaciones, ausencia en la proclamación de la ejecutiva. Es una extraña manera de arrimar el hombro. Celebrar una fiesta mientras se discuten los temas y quitarse de en medio cuando habla el renovado líder del partido.

Hay una figura que es la hipocresía cordial. Es la que estamos viendo en las múltiples comparecencias seguidas de “arrimar el hombro”. Pero hay que saber que la hipocresía, si se delata,  no es hipocresía sino farsa y la cordialidad se percibe. Aquí lo que rebosa es el deseo de revancha. Revancha sana, claro.  n
 

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