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Están de los nervios

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La vigilia del fallo del TC sobre el Estatuto de Cataluña está evidenciando el creciente estado de nervios de la elite de la política catalana. Hablo de la casta dirigente porque, para el grueso del personal, éste asunto no es su principal preocupación . Antes está la crisis ,el mileurismo y el desempleo –650.000 catalanes están en las listas del paro–.

Ni les preocupa ahora, ni les preocupó antes, cuando en el 2006 se celebró el referéndum. A éste respecto conviene recordar los datos de aquella consulta. Son esclarecedores. 2.630.162 ciudadanos (50,59% del censo), no acudieron a votar. Votó, menos de la mitad: el 49,41%.


El Estatut fue aprobado por 1.881.765 ciudadanos y 528.472 lo rechazaron. Quiere, pues, decirse que, en números redondos, dos de cada tres catalanes o pasaron del Estatut o votaron en contra. Conviene, ya digo, recordar de dónde venimos porque la memoria es frágil y, porque, además, es costumbre entre los nacionalistas identificar el todo, en éste caso Cataluña, con la parte: aquellos catalanes que se declaran nacionalistas, que, obvio es decirlo, no son todos. Quienes invocan el referéndum como fuente de legitimadora del Estatuto por encima de lo que diga el TC, deberían recordar la parvedad del respaldo obtenido en las urnas. Tenerlo en cuenta, también, a la hora de amenazar con manifestaciones preventivas para presionar el alto Tribunal, no fuera a ser que la multitud no fuera tal. En fin, este asunto es políticamente vidrioso y socialmente indeseable porque incita al enfrentamiento entre ciudadanos de un mismo país que no es otro que España .

El señor Zapatero, a cuya frivolidad, por cierto, debemos el problema, debería decirle a su compañero José Montilla que no es posible definir el Estatuto como “un pacto entre Cataluña y el Estado” porque ningún Estado pacta consigo mismo y Cataluña, mientras no se demuestre lo contrario, forma parte de España. La confusión del señor Montilla, se debe, sin duda a que sus socios en la Generalitat están de los nervios.

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