La Semana Santa seguía fiel a la narración evangélica. Tras la espléndida salida de Cristo Rey y Nuestra Señora de la Fuensanta, tocaba reencuentro con el pasaje donde Cristo es prendido en el huerto de los Olivos. Fiel a la recreación, la imagen de Jesús del Soberano Poder en su Prendimiento apareció en otra de las clásicas estampas de la Semana Mayor arcense, con una Basílica Menor de Santa María de la Asunción donde no cabía alma, este año con el aliciente añadido de ver por primera vez el patio de palcos y las sillas en la plaza del Cabildo como primerísima novedad de la Carrera Oficial.
La procesión muestra a Cristo, prendido de manos atadas, ante la traición consumada por Judas en presencia del pretoriano que custodia la sobrecogedora escena bíblica.
La hermandad dirigida por Santiago Barrera -que este año termina su mandato al frente de la corporación a la espera de las nuevas elecciones a la junta de Gobierno- estrenó el frontal del respiradero del paso, aunque ya lo mostró en la procesión extraordinaria por primera vez; como también fue novedad la entrada del paso en Santa María por las gradas de arriba.
La banda de La Roda de Andalucía pondría música al paso de Cristo, escoltado por la Policía Local luciendo uniforme de gala.
Momentos de cierto agobio
La procesión, como suele ser habitual, tuvo dificultades para realizar su descenso por Santa María, no por la bajada de las escalinatas que ya de por sí resulta complicada para los costaleros, que también, sino por la cantidad de personas que se agolpan y apenas dejan paso a los hermanos de fila, acólitos, músicos y cuantos intervienen en el desfile, lo cual tampoco es de extrañar porque así ha resultado siempre por la estrechez del tramo de Deán Espinosa que ciertamente es un embudo. La imagen de Cristo apareció este año con su túnica de color burdeos sobre un friso de flores malvas muy primaverales. Su presencia entre los arcenses fue un momento aclamado, un ejemplo del buen hacer cofrade y de respeto hacia la tradición.
