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Cádiz

El gerente del Marañón se lleva las críticas por culpar a las enfermeras

El gerente del Gregorio Marañón, Antonio Barba, pasó a ser ayer en el centro de todas las críticas por achacar directamente a las enfermeras el error médico que costó la vida al pequeño Rayán.

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  • Familiares transportan el cuerpo del bebé Rayán, enterrado ayer. -
  • Mdiq despide a Rayán en un entierro emocionante y concurrido
El gerente del Gregorio Marañón, Antonio Barba, pasó a ser ayer en el centro de todas las críticas por achacar directamente a las enfermeras el error médico que costó la vida al pequeño Rayán.

Mientras que las investigaciones sobre el caso siguen abiertas, diversos colectivos han salido en defensa de la enfermera apartada de la UCI de Neonatología por haber suministrado al bebé un preparado lácteo vía intravenosa y han vinculado el siniestro con una serie de errores en cadena.

El presidente del Consejo General de Enfermería, Máximo González, anunció que estudia emprender acciones legales contra el gerente del Gregorio Marañón, por sus manifestaciones “inmorales” e “indecentes” sobre las circunstancias del suceso.

Señaló que en las unidades de neonatos no debería haber personal sin cualificar, al tiempo que reconoció que este factor junto con un modelo de contratación inadecuada y la falta de supervisión pudieron influir en el error que mató a Rayán.

González aludió a otro caso “gemelo” sucedido en Canarias cuya sentencia, en 2005, dictó un año de prisión y tres de inhabilitación para el profesional implicado.

“No es el primer caso de estas características que se produce en España”, dijo, aunque admitió la excepcionalidad de éste por las circunstancias en las que murió la madre del niño, Dalilah, primera víctima mortal de la gripe A en España.

Su esposo, Mohamed, denunció al centro porque no fue atendida correctamente pese a haber acudido a urgencias varias veces, antes de ser ingresada grave.

Y mientras, el cuerpo de Rayán yace ya en Marruecos junto a su madre, tras ser enterrado en el pueblo de Mdiq en una ceremonia emocionante y concurrida.

El pequeño fue sepultado ante unas 200 personas en esta localidad septentrional, muy cercana a Ceuta, en la que crecieron sus padres, Mohamed y Dalilah.

A la salida de la pequeña mezquita donde se celebraron las exequias, las mujeres ululaban y lloraban al niño mientras sus tíos y su padre cargaban con el féretro, al frente de la comitiva.

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