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Cuando el corazón se rompe en dos

La historia de una isleña en Cataluña. Lleva dos días llorando ante los mensajes, imágenes y acontecimientos que están ocurriendo estos días

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Se llama Ana, es periodista y nació en La Isla. Siempre ha sido una mujer con las ideas políticas muy claras, pero hoy ha decidido incluso desconectar y no ver los informativos ni enterarse de lo que ocurre en Cataluña, de los pasos que dan los políticos o de las movidas que hay en la calle. Tras casarse con un catalán, Ana fijó sus cimientos familiares en Tarrasa, donde vive con su hijo  de 11 años. Un niño al que intenta mantener al margen de todos los “tristes” acontecimientos que están sucediéndose en las últimas semanas.

Su voz suena enfadada, pero rota a la vez. Lleva dos días llorando e intentando dejar de lado todo lo que le llega a través de los mensajes de whatsapp, “de los que es mejor ni escuchar, ni mirar, ni responder”.

Su corazón está dividido, al igual que ve a la sociedad española en estos momentos. “Hace un año cuando empezó a hablarse de toda esta situación, podíamos bromear cuando estábamos entre amigos y familia. Pero a día de hoy es imposible plantearse si quiera el tema”. Ella es de la opinión que debería convocarse un referéndum siguiendo los preceptos legales para su convocatoria. Un referéndum donde se viera con certeza si Cataluña quiere ser o no independiente. Y no que lo que ha ocurrido es “una fractura. Está todo crispado, llevamos dos días que es imposible intentar no pensar”.

Ana también tuvo palabras para la labor realizada por el Gobierno central que “ha dejado a las fuerzas de seguridad a los pies de los caballos. Porque ellos cumplen con su obligación, y no es para que les llamen asesinos ni propicien la violencia”.

Su situación es “complicada. No puedo tener un sentimiento catalán porque no he nacido aquí, pero tengo familia y amigos a los que quiero igual que a los de mi tierra. Incluso tengo más amigos independentistas que no independentistas y ahora no me atrevo casi ni a hablar con ellos, porque la sensibilidad está a flor de piel”. A pesar de este panorama tan gris que vislumbra en su entorno, Ana cree firmemente que por encima de todo esto “están las personas y la fractura entre amigos me supera, porque ahora hay ocasiones en las que en alguna conversación incluso no se dan cuenta de que me hacen daño al atacar a mi tierra o a mi gente”.

Respeta profundamente las manifestaciones de las distintas vertientes a favor y en contra del independentismo, incluso es consciente de que en los propios colegios también está muy presente la ideología. Sin embargo, a su hijo lo quiere mantener aislado hasta el momento en el que tenga un “grado de madurez que le permita tener toda la información que le haga tomar partido y tener unas convicciones políticas, que no sean impuestas, ni por uno ni por otro lado”.

Lleva 13 años viviendo en Tarrasa “y nunca en este tiempo. Jamás, hasta este verano, he vivido las situaciones que estoy viviendo ahora. Es un sinsentido”. Los políticos tienen que tomar cartas en el asunto e intentar solucionarlo antes de que sea demasiado tarde. “Y con banderas desde luego no lo vamos a solucionar. Hay que ser sensatos y no perderse en fanatismos”.

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