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El ingenio humorístico de Faemino y Cansado deleita a los aficionados linenses

Diálogos, frases y palabras incesantes como única herramienta humorística. Sin decorados, sin puesta en escena, sin sketches prefabricados, incluso sin chistes. Sólo sus absurdas ocurrencias, sus uniformes rojos y azules y la cálida iluminación de un humor con mucho estilo y muy buen gusto

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  • Faemino y Cansado, en La Línea. -

Únicos e inclasificables. Faemino y Cansado llenaron en la noche del pasado viernes el escenario del Palacio de Exposiciones y Congresos de La Línea de su incontenida verborrea humorística. Fieles a su habitual formato, desparramaron  diálogos surrealistas y absurdos, marcados por su particular tinte intelectual, en un verdadero derroche de energía, sin dar descanso ni un momento a su alocado parlamento durante las casi dos horas que duró el espectáculo.

Parecido no es lo mismo, el espectáculo con el que se pasean por los teatros españoles desde 2010, suscitó una considerable expectación en la comarca, que dio una entrada muy generosa a la propuesta del dúo humorístico en la noche del pasado martes. Su salida a escena fue un desenfrenado baile al compás de la música con la que se presentaban, después del cual quedaron un rato exhaustos sobre el escenario, parodiando su pérdida de fuerzas por el paso de los años.

Desde este momento, no pararon. Diálogos, frases y palabras incesantes como única herramienta humorística. Sin decorados, sin puesta en escena, sin sketches prefabricados, incluso sin chistes. Sólo sus absurdas ocurrencias, sus uniformes rojos y azules y la cálida iluminación de un humor con mucho estilo y muy buen gusto, el que les disparó a la fama en los años ochenta.

Javier Cansado fue el protagonista de los primeros compases del espectáculo, colocándose unos cascos gigantes con dos “pelotones” con los que aseguraba su capacidad para memorizar, por ejemplo, la guía de teléfonos de Cádiz. Guiños a La Línea, a la Verja de Gibraltar y al público.

El dúo se dedicó un espacio también del espectáculo, hablando en clave de humor de su propia trayectoria y riéndose de ellos mismos, de sus inicios en el parque de El Retiro, de su antigua propuesta de un humor de vanguardia, de sus inicios en televisión y hasta de su diferencia de estatura. También hicieron una disparatada parodia de la fama, recordándose como personas que eran capaces de hacer cualquier cosa por el simple hecho de haberse convertido en famosos.

En sus encabalgadas ocurrencias, fueron destilando momentos propios de su más característico estilo, hablando al mismo tiempo, de forma atropellada, hilando historias imposibles en sus frenéticas y solapadas alocuciones.

Humor a borbotones, que no dejó descanso a la risa del público, y que se mantuvo fiel a su estilo. El de un diálogo permanente y absurdo con el espectador. En un momento en el que el género de los monólogos llena los teatros de toda España, el de Faemino y Cansado se sigue reivindicando como un humor con sello personal, que nació mucho antes de esa tendencia, pero que se desmarca del mismo por ser algo más complejo y disparatado, una explosión de humor verbal sin una estructura de guión ni fin concretos, sin descansar en un argumento y centrado sólo en la propia falta de lógica que sólo puede tener el humor más inteligente.

El público se fue sintiendo cada vez más a gusto y cómplice de un espectáculo en el que brillaron de forma especial los momentos de improvisación de los dos cómicos, a veces incapaces de contener la risa de sus propias ocurrencias.

En un momento de la noche, Faemino desapareció del escenario para convertirse en un improvisado espectador del público, seleccionado por Cansado para someterse a sus preguntas.

El espectáculo concluyó con el formato más recordado por el público, el que ha convertido a los dos cómicos en un dúo de culto: su aparición en el escenario con una copa en la mano y vestidos con sus brillantes trajes rojo y azul.

Disparate, absurdo y humor incontrolable. Humor a borbotones, sin tópicos, sin gags prefabricados, sin imitaciones, sin actuaciones, sin excesos… Sólo sentido del humor fino, inteligente y absurdo. Faemino y Cansado en estado puro que, lo parezcan o no, siguen siendo los mismos.

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