Un grupo de arqueólogos han informado en Chipiona acerca del descubrimiento de sunas estructuras en las profundidades del mar que podrían suponer un giro más a nuestra comprensión de la historia. La investigación aún debe avanzar para poder obtener conclusiones estables que, hasta el momento, permanecen como preguntas irresueltas. No saben si son estructuras naturales, artificiales o, quizás, una combinación, aunque los detalles que encubren los tres muros localizados hablan de
un descubrimiento que delata una presencia humana desconocida a sus espaldas. “Los más pequeños están volcados hacia una parte norte. Tienen los ángulos bastante rectos”, explica Mercedes de Caso, doctora en Historia y Arqueología e integrante del equipo de investigadores. Una posible casualidad que se convierte en causalidad en el momento en el que Michael Donnellan, arqueólogo y director de cine, revela lo más sorprendente. “La distancia entre el primer muro y el segundo, es exactamente igual que la que hay entre el segundo y el tercero”.
Tampoco conocen aún con exactitud el tipo de piedra que predomina en las estructuras, lo que permitiría situar su aparición con algo más de precisión en una época determinada de la historia, aunque aseguran que se trata de algo “
extraordinariamente antiguo”. De Caso plantea una posible hipótesis que sitúa su origen en la época del Holoceno, cuando “se produjo una bajada del nivel del mar que permitía al hombre pasar de África a la Península Ibérica. Había islas que quedaron hundidas. En mitad del Holoceno pudo haber una población”. Otra teoría elaborada por el equipo afirma que las estructuras descubiertas pertenecen a la Atlántida, una ciudad construida por Platón de manera ficticia que, ahora, podría adquirir la forma de una construcción totalmente real. Existen indicios que demuestran las similitudes. Donnellan asevera que “
está en la zona que describió, tiene un diámetro de 2 kilómetros y unos círculos concéntricos que nos recuerdan mucho al templo de Poseidón”.
A falta de enmarcar las estructuras encontradas en un contexto espacio-temporal más concreto, la existencia de vida, de momento se ha demostrado. Luis Silva, biólogo marino al frente de la investigación, habla de una “
elevada biodiversidad en la zona. Predominan en la zona los animales filtradores”. El curso de las pruebas realizadas no está alterando a la fauna que habita en las estructuras. “La sonda no es un método invasivo, transmite señales acústicas. Lo mide según el tiempo que tarda en ir y volver que permite obtener datos fieles a la realidad pese a la escasa visibilidad”, comenta Alejandro Aleu, topógrafo e hidrógrafo que forma parte del equipo junto a su hermano Sergio desde que los investigadores decidieron contactar con su empresa para recurrir a tecnología avanzada en la exploración. “Nunca hemos visto nada igual”, confiesa Aleu.
Los estudios deberán continuar hacia la búsqueda de una conclusión más certera, en el que las teorías hipotéticas den paso a la revelación de la única verdad, no solo sobre el pasado sino, también, sobre el futuro:
una comprensión mejor del funcionamiento de las placas tectónicas, de maremotos, o de cambios de clima en fechas concretas. “Debemos interpretar los datos con cautela. Los datos prometen ser una cuarta parte de lo que hemos obtenido”, asegura De Caro.