No puede ser de otra forma. Hay que comenzar el año expresando la voluntad de buenos deseos para todos. El arranque de este ejercicio de 2020 debe estar presidido por la esperanza de que nos vaya bien a todos, incluidos a nuestros contrincantes y competidores. Aunque, claro, eso sea ,tal vez, ir ya demasiado lejos. Y es que el escenario que tenemos por delante resulta sumamente inquietante. Lleno de dificultades e incertidumbres, sobre todo, en el ámbito político. De hecho, estrenamos almanaque sin saber aún si tendremos gobierno, y, más en concreto, bajo qué condiciones se conformará el mismo, si es que, como todo hace indicar, lo logra Pedro Sánchez.
A espera de lo que resulte, sea lo que sea, ya sabemos el camino que se seguirá en Andalucía. Es el marcado por la confrontación, característica que ha marcado la acción política andaluza durante años. De modo que no hay motivo para el escándalo. Ya estamos más que acostumbrados a esa dialéctica de buscar el punto débil del contrario, el agravio oportuno, la agresión si se tercia, o la denuncia permanente de discriminación o intento de sometimiento que todo cabe en la ya conocida lucha que se fragua entre los gobernantes de uno y otro lugar y que tan buen resultado les ha ido dando. Porque, en definitiva, eso es lo más importante. Lejos del desgarro que se produce, del desgaste inevitable que generan estos choques en nuestras instituciones, de las divisiones y el fraccionamiento social que se produce, nuestros representantes políticos encuentran en este método su mejor forma de sobrevivir en estos difíciles tiempos en donde el acuerdo o el consenso son términos del pasado que ya a nadie importan.
Así que seguiremos observando esas evoluciones de mirada hacia adelante pero sin perder el retrovisor. Persistamos en la exageración y en la arrogancia más descarada. Continuemos por la senda de reescribir la historia y enterrar el pasado más inmediato, cuanto antes y al precio que sea, para levantar así una nueva nueva realidad que responda a premisas diferentes. No hay freno que se sepa a las intenciones de aspirar a una Andalucía distinta. Nada deber ser igual a lo anterior. En esa estamos. Pero, aún así, habrá que desear lo mejor para nuestra tierra por lo menos ahora que es lo que toca.
