La chirigota del Sise nos lleva a una morgue (y no Freeman) para presentarnos a unos muertos que piden una pequeña tregua para cantar en el Falla antes de marchar para el más allá. Surrealismo absoluto en la primera pieza. También sirve como presentación el primer pasodoble, que tiene su pellizquito. Bien desarrollado el segundo, en defensa del cuidado de la salud mental. Cuplés de dos en dos, la primera tanda para Errejón y la moda de las terrazas en los hoteles. Bastinazos en la segunda. El absurdo reina en el popurrí, con cuartetas de manos a la cabeza (y para bien). La de los forenses, sencillamente brillante.
Lo mejor La apuesta por el surrealismo sin ningún tipo de complejos
Lo peor Los cuplés, la pieza que más puntúa, son la parte más endeble del repertorio