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La esclavitud Quini bajo el derecho de retención

Esta norma sólo afectaba a los jugadores españoles, y era utilizada por los clubes para retener a sus futbolistas en el año en que concluía su contrato

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  • Quini -
  • Este fue el motivo por el cual recalase ya en su último repecho profesional (con 31 años) en el FC Barcelona

Enrique Castro 'Quini' fue uno de los muchos jugadores españoles que en los años sesenta y setenta se sintió esclavo en la Liga, debido a una norma que la AFE acabó dinamitando en 1979, como era el derecho de retención, aunque quedó definitivamente abolido en el Real Decreto 1006/85, de 26 de junio.

Esta norma sólo afectaba a los jugadores españoles, y era utilizada por los clubes para retener a sus futbolistas en el año en que concluía su contrato. A partir de entonces, las entidades podían ejercer el derecho de retención, aplicar un 10% de incremento salarial y extender 'in aeternum' la relación entre las dos partes.

Este fue el motivo por el cual uno de los pichichis por antonomasia del fútbol español recalase ya en su último repecho profesional (con 31 años) en el FC Barcelona, equipo que lo pretendió desde mediados de los años setenta del Sporting, y que al final sólo pudo hacerse con sus servicios cuando a partir del verano de 1979 el derecho de retención empezó a pasar a mejor vida.

No obstante, la verdadera abolición del derecho de retención se produjo en marzo de 1985, cuando la sala primera del Tribunal de Central de Trabajo ratificó la sentencia de la Magistratura número 13, de finales de septiembre de 1984, por la cual quedaba extinguido el derecho de retención en el fútbol español. Así, quedó reglamentado en el famoso Real Decreto 1006/85, de 26 de junio. A partir de entonces, empezaron a aparecer las cláusulas de rescisión de contrato.

El Barça estuvo detrás de Quini desde que 'el Brujo' se erigió en un ariete infalible dentro del área, donde se había convertido en un cazador de goles de primer orden. Sus tres primeros trofeos como Pichichi los alcanzó con la camiseta sportinguista (1973-74, 1975-76 y 1979-80).

El Barça lo fue a buscar para que jugase con Johan Cruyff, pero a pesar de la suculenta oferta, en la que el por entonces presidente Agustí Montal llegó a ofertar unos 50 millones de pesetas (300.000 euros), el Sporting se negó en banda y echó mano del derecho de retención, que llevó al jugador con amenazar con dejar el fútbol.

Así, fue a partir de 1979 cuando el derecho de retención quedó abolido y en la temporada siguiente el Barcelona volvió a la carga a por el jugador. Algo más de 80 millones de pesetas (unos 500.000 euros) posibilitaron la salida del jugador, ya veterano (31 años), en el verano de 1980 hacia el FC Barcelona, donde jugó cuatro temporadas y en las dos primeras nuevamente alcanzó el 'Pichichi'.

Fue, aquel verano de 1980, un inicio de temporada en el que el Barcelona puso toda la carne en el asador en busca de la Liga que se volvía a resistir (no la ganaba desde 1974).

Además de Quini, el Barça rompió el techo de contratación nacional invirtiendo 100 millones de pesetas (600.000 euros) en el fichaje de José Ramón Alexanko (24 años), procedente del Athletic Club.

Así, ese curso el técnico fue Ladislao Kubala y tuvo como ayudante al legendario goleador César Rodríguez, cuya apuesta acabó en un vodevil, ya que antes de la destitución de los dos técnicos, la comisión delegada de la entidad decidió enviar al banquillo también a Joan Gaspart (vicepresidente) para estar "más cerca del técnico y jugadores".

En los cuatro años como azulgrana, Quini no logró ninguna Liga, pero alcanzó sus primeros títulos como jugador: dos Copas del Rey, una Copa de la Liga, una Supercopa de España y una Recopa de Europa (1982), casualmente en un competición en la que el delantero asturiano marcó un gol en la final que por error en la transmisión televisiva no se recogió.

El legendario goleador, no obstante, siempre quedará asociado con uno de los momentos más impactantes del fútbol español, cuando en 1981, y tras jugar en el Camp Nou contra el Hércules (6-0), fue secuestrado por tres individuos que se lo llevaron a Zaragoza.

Su rescate se cifró en 100 millones de pesetas (600.000 euros) y que el Barça, en un principio, estuvo dispuesto a pagar, aunque el por entonces presidente azulgrana, Josep Lluís Núñez, llegó a decir que Quini no costaba ese dinero, sentencia que rectificó cuando un allegado del jugador llegó a coger al mandatario del pecho y a amenazarle.

Después de jugar el Barcelona tres partidos sin Quini, en los que sólo marcó un gol, el 25 de marzo de 1981 fue liberado por la policía en un taller mecánico de Zaragoza. Volvió a jugar con el 9 en el Camp Nou el 5 de abril contra el Valladolid.

La motivación del secuestro, como relataron los tres enjuiciados (fueron condenados a diez años de prisión), se debió a la condición de parados de los tres.

"Pensamos inmediatamente en Quini porque es una persona que ofrecía cierta facilidad para la convivencia que se tenía que producir durante el tiempo de secuestro. Creímos que cien millones de pesetas era una cantidad cómoda para el club y para nosotros. El secuestro era un objetivo que sobrepasó nuestra capacidad y se demostró que éramos unos inexpertos", relataron en el juicio los secuestradores.

En el juicio, Quini perdonó a sus secuestradores, una posición que iba ligada a la magnanimidad del futbolista, pero que cayó muy mal en el club, donde se le criticó duramente por el perjuicio que su secuestro había ocasionado a la entidad, con la pérdida de la Liga.

Tras cuatro años en el Barcelona, y como recogía en su contrato, Quini recibió un partido de homenaje (por el que recibió 5'5 millones de pesetas -33 mil euros), en el cual el club vetó la participación de Diego Armando Maradona. En un encuentro contra un combinado nacional, sí que jugó Johan Cruyff.

Sin ataduras ni derecho de retención ya en vigor, Quini salió del Barça y tomó el último tren de su carrera hacia su origen, el Sporting. En El Molinón, Quini fue alineado contra el Barcelona, ante el que marcó el segundo tanto, el gol del empate (2-2).

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