Poco a poco las redes sociales se hacía ayer eco del desalojo, pero la reacción del colectivo no se tradujo, como es habitual en otros desalojos de este tipo, en una concentración. “Sabíamos de lo incómodo que para el poder estaba resultando un espacio abierto, libre y democrático en el corazón de un ciudad como Sevilla”, explicó el colectivo en un comunicado. La propiedad del inmueble había interpuesto una denuncia ante el juzgado, que ordenó el desalojo.
Tras la ocupación, realizada después de una manifestación por el derecho a la vivienda, el colectivo se afanó en la limpieza del que fue mercado de abastos provisional durante décadas y que hasta ayer utilizaban diferentes colectivos ciudadanos.