La Unidad Asociada al CSIC de la Universidad de Huelva ‘Contaminación Atmosférica’ lleva años mirando con lupa el aire de Huelva. Ahora, varios miembros de la unidad, capitaneados por los profesores Daniel Sánchez-Roda y Ana María Sánchez de la Campa, acaban de publicar un estudio en la publicación ‘Journal of Cleaner Production’ en el que analizan las tendencias de la calidad del aire en el área industrializada de la capital onubense.
La composición geoquímica de las partículas en suspensión, principalmente metales y metaloides, es de gran importancia debido a su efecto adverso en la salud humanaLas conclusiones dan margen para el optimismo, pues constatan el descenso de la presencia de arsénico en el aire de Huelva, una tendencia positiva en la que tiene mucho que ver la incorporación de nuevas medidas y tecnologías en la fundición de cobre Atlantic Copper para reducir las emisiones.
Así se constata en este estudio al que ha tenido acceso Viva Huelva, que analiza un amplio periodo que va de 2001 a 2015, dividido en tres fases: anterior a la implementación de tecnología en Atlantic Copper para la reducción de emisiones (2001-2008), durante (2009-20013) y después (2014-2015).
Durante todo este tiempo, han analizado la evolución temporal de las concentraciones de elementos relacionados con el dióxido de azufre en las partículas en suspensión en el aire -arsénico, selenio, cadmio, estaño, antimonio, plomo y bismuto- en relación con las medidas de reducción de emisiones de Atlantic Copper, dado que las fundiciones de cobre representan la principal fuente de emisión de arsénico a la atmósfera y también están cargadas del resto de elementos, asociados a los minerales empleados como materia prima para la producción de cobre.
En resumen, el estudio constata una “mejora” en la calidad del aire (dióxido de azufre y elementos tóxicos en las partículas en suspensión, tanto de diámetro inferior a 10 micras como de menos de 2,5 micras) en el área urbana de Huelva en relación con la implementación de tecnologías para la reducción de emisiones de la fundición de cobre durante el periodo 2001-2015.
Así, indican que “en el periodo anterior a la implantación de esta tecnología, se registraron altos niveles de elementos relacionados con el arsénico, superando en repetidos episodios el actual valor objetivo anual para este elemento (6 ng m-3)”.
Después se observa una “reducción de entre el 50 y el 70%” en la emisión de estos elementos en las partículas en suspensión. En el caso del arsénico, la reducción de las emisiones es de casi un 80%.
Lo mismo pasa con el dióxido de azufre, pues “la tendencia de emisiones en la fundición de cobre en los últimos años es decreciente”.
No obstante, sí constatan que “todavía hay episodios de contaminación esporádica (menos intensidad) de arsénico y dióxido de azufre”, por lo que aconsejan “seguir los estudios de monitoreo para evaluar esta tendencia de la calidad del aire”.
Efectos en la salud
Y es que no se trata de un tema baladí, pues como bien se indica en el estudio, “la composición geoquímica de las partículas en suspensión, principalmente metales y metaloides, es de gran importancia debido a su efecto adverso en la salud humana”.
Entre ellos, el arsénico se considera un contaminante tóxico que puede recorrer largas distancias en la atmósfera y que “provoca efectos tóxicos agudos ante una alta concentración y cáncer después de una exposición a largo plazo”.
En el caso de Huelva, ha sido la “principal anomalía geoquímica encontrada en las partículas en suspensión”, no observándose en otras estaciones de control en España, con la excepción de un área de Castellón cercana a una industria de cerámica.