El Nazareno y Las Cinco Llagas fueron las únicas cofradías que completaron sus itinerarios en una extraña Madrugada del Viernes Santo marcada por el fiasco de unos partes meteorológicos que descartaban la existencia de riesgo de lluvia hasta el amanecer.
Avaladas por esas predicciones, El Santo Crucifijo y La Yedra iniciaron sus recorridos con absoluta normalidad al filo de la una y media de la madrugada. La secuencia, en ambos casos, fue muy similar, toda vez que el Cristo de la Salud y el Señor de la Sentencia llegaron a salir a la calle sin que la lluvia hiciera acto de presencia. Fue a continuación cuando una ligera llovizna aconsejó a ambas cofradías volver sobre sus pasos, justo cuando los palios de la Encarnación y la Esperanza se encontraban bajo el dintel de la parroquia de San Miguel y la capilla de la Yedra, respectivamente.
La Madrugada había terminado de modo inesperado para los cofrades de este antiguo arrabal jerezano.
El hecho de que los partes insistieran en la escasa posibilidad de que se registraran precipitaciones llevó a la junta de gobierno de la Hermandad de las Cinco Llagas a iniciar la salida procesional, aunque después de esperar una media hora a que se marchara la nube que había propiciado la llovizna anterior.
En vista de la escasa fiabilidad de las predicciones meteorológicas, la Hermandad de la Buena Muerte decidió suspender su estación de penitencia.
Sólo quedaba conocer la decisión de la Hermandad del Nazareno, que esperó en el interior de San Juan de Letrán una media hora y finalmente optó por poner su cruz de guía en la calle.
La Madrugada del Viernes Santo fue más que nunca la Noche de Jesús, con el Nazareno de Cristina como gran protagonista de una jornada sin duda extraña conformaba únicamente por dos cofradías.
La lluvia apenas incidió en los recorridos de ambas corporaciones, aunque en algún momento se produjeron ligeros chispeos que aconsejeron acelerar en lo posible la marcha en previsión de males mayores.